Críticas Discos

Cada nueva hornada de canciones de Cohen es motivo de gozo. Nos sobran las razones para esos catorce acontecimientos de poesía hecha canción que nos ha ofrecido hasta hoy.
Con 82 años, the old Leonard es el Decano del Club De La Arruga Bella, ese club de songwriters surgidos en los dorados sesenta que tuvieron su resurgir en cada década siguiente, adaptados a las circunstancias de la edad, con discos tan brillantes como los de su lozano legado clásico.
Fue cumplir los 75 y entrar en un periodo creativo impresionante que nos ha dado ya tres obras de arte como son Old Ideas, Popular Problems y You Want It Darker que suena a testamento.
Y no es que precisamente quieran ser sus últimas voluntades, a pesar del «estoy preparado Señor» «hineni» «hineni» luego matizado con su declaración de absolutas ganas de vivir sino porque a uno le mosquea mucho que insista tanto en que si no es por su hijo Adam, el disco no se graba. Eso significa que el viejo rabino de la canción está cansado y que su movilidad, salud y ánimo no están para alharaca y esfuerzo alguno. No quiero hacer más conjeturas porque me entristece, le considero necesario.
A pesar de todas las interpretaciones, You Want It Darker se posiciona como un disco diferente a los dos anteriores por ser todavía más sentido, rendido y entregado, menos retórico y cínico pero no por ello menos sabio y Cohen, a uno le viene el Life is People de Bill Fay al recuerdo.
Su hilo conductor en una emoción descarnada, como que fluye desde el más allá, es decir, del pelo del American V de Johnny Cash.
Y aunque la canción que le da el título, con coro gregoriano y bajo sintético pero letra impresionante y estribillo pegadizo, nos devuelve de nuevo aquello que inventó en su obra maestra I´m Your Man- la narración subyugante de voz profunda que representa el pensamiento y la conciencia del hombre occidental sofisticado del cambio de siglo- el resto del disco vive Dios que tiene más que ver con sus hazañas del pasado como el soberbio New Skin For the Old Ceremony, ese toque más acústico.
Ese tono mediterráneo de guitarra de palo y acordes esenciales de las tres religiones, con pianos de salón y unos arreglos de cuerda de tienda de chino que si los hiciera Tom Waits o Nick Cave todos estarían de rodillas pero que si los hace él, tienes que escuchar comentarios del tipo «mierda ochentera pasada de moda». En fin, que hay que pararse en las cosas y leer lo que se canta, Len es poeta antes que fraile y además adaptado a edades o mejor, a actitudes mucho más slow que la rapidez de opinión a la que nos vemos hoy manipulados.
Tratar de escuchar Treaty y no llorar es todo un reto. Suena a carta de amor cuando es casi todo lo contrario, una vuelta del amor, unas ganas de aplacar la pasión, de dar carpetazo a la vida con gratitud pero con soledad. Esto todavía queda más claro en Leaving The Table con su guitarra lánguida años cincuenta y su rendición con ese no , no , no, espectacular.
Si entre ambas, colocas On The Level donde los ángeles sobrevuelan en un manto de hammond y piano etéreo y cambias de tercio y acabas la cara con una oración gospel como  If I Didn´t Have Your Love, te queda una side A de auténtica obra maestra.
Sobrecogedora y estás ya hineni, hineni, para lo que sea.
La cara dos continua solemne y clásica con esos violines y esos ritmos típicos de Len que van entre el folclore de la Isla de Yerba y el festival gitano de La Camarga. Traveling Light incide en eso de que «no está oscuro ahora pero hacia allí se llega» con versos haiku del tipo:
I’m running late
They’ll close the bar
I used to play
One mean guitar
It seemed the better way y Steer Your Way (esta última con reminiscencias de su pom Closing Time) son más narrativas y se ponen del lado del Tempest de su hermano pequeño Bob, su Everest, pero ganan con las escuchas y mantienen un nivel altísimo a pesar de la primera cara impecable.
El final, una coda orquestal que suena a funeral, tremendamente hermosa para dentro de ella recitar una nueva estrofa de Treaty, la que creo es una de las canciones más bellas de su carrera, y decir eso tan desgarrador de :
I wish there was a treaty we could sign
It’s over now, the water and the wine
We were broken then but now we’re borderline
And I wish there was a treaty, I wish there was a treaty between your love and mine
En fin, que el milagro que es You Want It Darker, ese cierre de una trilogía fundamental, hace que, otra vez más, proclamemos que la arruga es bella y sabia y que Leonard Cohen es necesario porque el alma nunca envejece y él es nuestro poeta.
Hineni Hineni…
* Esta entrada fue publicada hace unas semanas en rockandrodri land.
Hoy se nos ha muerto el poeta: descanse en paz.
Tendremos que aprender a vivir sin él pero con sus canciones muy cerca, fuente de vida.


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