Críticas Discos

Aunque dejé de consumir heavy metal con denuedo en algún momento de la mid-adolescencia, y de ello ronda el cuarto de siglo, lo cierto es que de todo aquello hay dos cosas concretas que nunca he podido, ni quiero poder (ojo al matiz), superar: los Maiden menos el bochornoso y breve periplo Baley en los 90’s y, también (aunque en cierta menor medida), los Metallica del segundo disco (el de hoy) al «negro»… Y aunque los más metaleros ya se estarán cagando en uno, les aclaro que me dejo el primero con toda la intención y puterío (le encuentro muy buenos momentos/canciones puntuales, obviamente, pero hay algunos ratos que… bueno, lo dejo en que no me convencen, que queda más fino). Puestos a seguir confesando, qué narices, también afirmo que aunque sigo escuchando con asiduidad el «Master» y el multiplatino disco de «Enter sandman» (a pesar de la para mi insufrible baladita de las narices -que no soporté nunca el sobreafectismo de «nothing else matters»-), mi veneración eterna al más alto nivel con esta formación será siempre para con el trabajo que hoy reza en título así como para el pétreo e incompasivo «Justice» del 88 (toda una debilidad personal que espero poder relatar aquí otro día… si no me echan mis «blandengues» compañeros en el Exilio después de esto de hoy, básicamente).
El cuento es muy conocido por lo que se pasará rápido por esto… Con la banda ya afincada en SF huyendo de la laca, travestismos y guarrerías varias de L.A. (donde no encajaban ni de lejos), se hacen rápidamente  los reyes del circuito underground más broncas del lugar, editan el primer disco (con temas tan apreciables como  «Jump in the fire» o «The four horsemen»), en algún momento le pegan la patada a Mustaine para que se vaya a lo suyo (con la conocida historia ulterior) y fichan a Kirk de la banda Exodus,… En fin: «la mierda de siempre» que estamos hartos de ver en rockumentales y medios varios. Y, siguiendo desde ahí, podría resumir este «Ride The lightning» del 84 de la siguiente manera y quedarme más ancho que todo:  ocho temas, uno bastante malo, otro correcto sin más y seis que son la leche merengada o sin merengar a las que este álbum debe su leyenda (y vigencia). Pero, faltaría plus, no será tan fácil sufrido lector, raramente lo és (se siente).
Empieza el disco con «Fight fire with fire» con bonita guitarra trovadora a modo intro… Hasta que pasado el medio minuto se convierte esto en el pandemonio de rigor. Con James berreando más que cantando hasta llegar a un estribillo como bastante barato que acaba por confeccionar, adivinaron, la canción más claramente prescindible de la colección… Una pena, porque se da algún buen viraje ocasional en la parte netamente instrumental del cocido pero, nada, esto (para mi al menos) no rula. «Empezamos bien…», sí, desde luego. Pero, al tanto, porque cuantos discos (y algunos bastante-muy queridos) empiezan de diez para irse, de a poco, vulgarizándose hasta que, incluso, el concepto «tema de relleno» ronda por según donde… Pasa que aquí, con «Ride», sus hacedores tuvieron los santísimos, o la mera falta de criterio, de ponerla en los morros y sin cortarse pelo alguno. Por suerte, superado el trauma, la cosa se dispara hacia arriba lo indecible, la silla se enciende, suenan los relámpagos y, para quien suscribe al menos, es cuando empieza «realmente» esta segunda entrega metallera… «Ride the lightning«, the song, es cojonuda sin más. Acreditada al line-up original (Mustaine incluido) esta pieza titular con las entrañables sensaciones del tipo que está presto a ser ejecutado en la relampagueante sillita de la cover tiene unos pasajes (y cambios) eléctricos sencillamente espectaculares. Por supuesto que si alguien se pone a tocar la huevada puede tirar del hilo con cosas como que Hetfield (veinte añitos aquí) todavía no ha cuajado del todo su entonación vocal, o que esas letras de guerras, sangres, muerte y oscuridad fatal son un poco tópicas (o hasta chorras, según se mire a día presente) valoradas desde una perspectiva adulta… Pero da lo mismo. Y lo da porque el poderío y la habilidad instrumental (tanto desde la composición como desde la ejecución) son tan evidentes que ni yendo a ningunear con toda la mala leche, e intención, se consigue una hez al respective (se nos joda quien lo intente que no cuela, vaya). Da el relevo la también ya clásica «For whom the bell tolls«, donde las hachas de James y Kirk ya han entrado en calor y empiezan a hilvanar acordes enormes, grandilocuentes -en la mejor acepción- por momentos, dejando un poco de lado el «corre-mástiles» gratuito y siendo brutalmente secundados por una base rítmica de esas que (es de cajones) conviene tener subrayada en los libros de texto como lo fue la compuesta por Cliff Y Lars en el periplo 83-86. Gustazo verles interpretarla en directo, en algún momento noventero, y verla brillar en esplendor… No sé si a Ernest le hubiera gustado pero, egoistamente, el recuerdo a mi ya no me lo quita ni el Tano. Sin más, tiempo para «Fade to black«. Mi canción predilecta de la banda en toda su historia y leyenda.  La que más he escuchado, la más incaducable y la razón que por si sola hace necesaria a esta formación más allá de arrugar narices y tocar los huevos por parte de quien sea y donde fuere. Resulta también especialmente jocoso ver como (y al igual que ocurre con «Welcome home» o «One»), una canción con cierto viso baladístico como ésta, resulta un punto de encuentro infalible hasta por ese público más militante y combativo del subgénero… Ese que hace mesas redondas de varias horas para tratar de dilucidar si algo «X» es Speed metal, Metal clásico, Trash metal o Morcilla de Burgos Metal… Todo el mundo, en resumen, cae de rodillas ante la gloriosa «Fade to black» y menos rollos. No queda otra.
Se abre la B side con «Trapped under ice«. La «correcta sin más» en las cuentas propias. Bastante superior a la pieza inicial pero sin la suficiente enjundia como para ser considerada al nivel del sexteto restante, encuentra sus mejores lances en las guitarras intermedias y la poderosa labor baquetera de Ulrich. Cabe decir, en su descargo (y porque de recibo me parece), que así como «Fight fire…» me parece claramente floja, con esta me suele sobrevenir la duda de que, quizá, buena parte de la culpa de su no-brillar viene dado por las «compañeras de viaje» que le han tocado en suerte… Para el caso la inmediata «Escape«. El gancho inesperado del disco. Casi una pop-song al lado de la otra, en verdad. Esta especie de oda a la autodeterminación con coreable estribillo y tempo algo más contenido (a pesar que siempre encontraremos algún momento, por breve resulte, para que Kirk haga de las suyas, faltaría) crea además el adecuado ambiente para que asome ya el tema más conocido, el «star single» en realidad, del lote: «Creeping death«… Que no estaría dedicada a «La Casa la Pradera», precisamente, a nadie engañe su candoroso y pastoral nombre… Descuajaringante a todos los niveles, pueden encontrar en la wikipedia (y similares) toda la info que precisen a colación de esta atronadora verbena a costa de las plagas del antiguo Egipto. Es, además, una de las canciones más tocadas en directo… En verdad, puede que si no la atacan en algún momento del set  lo mismo no salen vivos del lugar, para sintetizar mejor el asunto y tal. Sin compasión rítmica que medie, con su solo de quilates, la épica del cambio con los «dies» y demás… Apocalíptica sin duda, y por la cuenta que nos trae más vale que le demos al primogénito del Faraón, y hasta a la tia-abuela el pueblo si se tercia, a esta «creeping death». Por si fuera poco, además, se despide el disco con la virguería instrumental «The call of Ktulu«, donde el tan añorado Burton mete especial mano (como hará en breve con la celestial «Orion» del disco que sucede) para regocijo de hasta el último retoño oscuro ideado por el mismísimo H.P.L. Portentosa construcción (donde también consta el líder de Megadeth figurando en cuanto a autorías) que deja claro, por última vez ya y de una por todas, que esta gente (simpatías y manías al margen) habitaba en un sitio distinto y mucho más elevado que sus compañeros generacionales de camada por lo tocante al estilo dispuesto. Otra debilidad este temón para terminar ya del todo, y en realidad, con este muy señor álbum que si bien no es el puñetero «Powerslave», si se gana -y plenamente- el derecho a sentarse a su lado en la mesa central. Si no se congenia con el tema pues tan amigos pero de no ser así, y aunque habite en la evidencia visto hoy, el disco de «Fade to black» y «Creeping death» sigue resultando y funcionando francamente bien al hacer balance… La silla sigue soltando chispazos, la muy puta, en definitiva. No quepa duda y por mucho que sus hacedores se hayan empeñado en relativizar su importancia durante tantos largos años de trabajos y decisiones, cuanto menos, debatibles.
 


Metallica – Ride the lightning (1984) : 8’7 / 10
01. Fight fire with fire/ 02. Ride the lightning/ 03. For whom the bell tolls/ 04. Fade to black/ 05. Trapped under ice/ 06. Escape/ 07. Creeping death/ 08. The call of Ktulu.

Por Guzz

Latest posts by Don Guzz (see all)


4 comentarios

  1. Una de las obras maestras del heavy metal, Guzz, aquí estoy yo para defenderte. Por cierto, que "Death Magnetic" me parece un muy buen disco, para mí el mejor desde el brutal "Justice". Y, por supuesto, el extraordinario "Lulu" con Lou Reed, uno de los pocos discos que me hacen conjugar en futuro el vocablo rock.

    Un abrazo.

    1. El "Justice" es tremebundo Gonzalo ! Un trabajo con un sonido único y una personalidad ubicable (mezcla de desnudo lirismo y brutalidad voltaica) como bien pocos para mi. "Death magnetic" me gustó, lo mejor que han hecho como mínimo desde "el negro" sin duda y estoy seguro que hasta sus fans más militantes convendrían en que se plegase el tiempo en dos y que este hubiera sido la continuación tras su disco más vendido de los primeros 90's (que aquí habrá quien meta un chiste sobre la dualidad de "vendido", jajaja). El de Lou no es que piense que "ganará -respeto- con el tiempo"… Ya lo está ganando como la propuesta valiente y cruda que és… demasiada gente no lo pilló y lo enfocó en un "dos leyendas en horas bajas que juntan fuerzas para lucrarse" y nanay, más bien son dos leyendas, cada una a su nivel, que juntan fuerzas (en efecto) pero para ofertar una obra sólida y genuina en la que creen cuando (por su famosa condición) no les hacía maldita la falta. Fade to black y fin.
      Gracias por tu apoyo y abrazo, Gonzalo !

  2. En esa mid-adolescencia también tuve mi momento de obsesión con Metallica, este disco y el Master, con el negro también, por supuesto y con balada incluida que para eso soy un tanto blandengue. Y coincido con Gonzalo, no se les perdona no se el que, pero sus últimos trabajos al menos huyen del sota caballo y rey del género, este disco es muy bueno por lo que recuerdo, no sé si seré capaz de hacer su revival en casa no sea que mi Ronnie me haga las maletas je je je. Por mi traígase usted toda la aparamenta metalera que también es rock, como no. Saludos Don Guzz

  3. Qué subidón: Ride The Lightning en el Exilio. Una obra maestra del heavy-metal,como dice Gonzalo, por tanto, una obra maestra del rock. Aunque yo soy del Master…
    Saludos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos que te pueden interesar