Críticas Discos

…Shore de los Fleet Foxes más personalizados si cabe en su líder, Robin Pecknold, nos ayuda a escaparnos del confinamiento perimetral y a conjugar ese enorme verbo de placer y crecimiento personal que hemos perdido y tenemos que recuperar: viajar.

La banda que se comió el pastel del éxito dentro del movimiento de «los nuevos pastores del folk rock», los Fleet Foxes de Seattle se ha convertido en el proyecto personal de su líder Robin Pecknold si es que alguna vez no lo fue.

Todo aquello germinó por dos discos fundacionales de ese sonido tan especial de ecos de bosque y catedral: las obras maestras de Mercury Rev y Grandaddy (Deserter´s Songs -1998-y The Sophtware Slump-2000),

Ya entrado el presente siglo tuvimos cotas tan altas como el At Dawn y el Still Moves de My Morning Jacket (los reyes del cosmic reverb), la obra maestra absoluta de los tejanos Midlake, su Trials of Van Occupanther-2006 (tan magnífica como inexplicable y atemporal) y después los camaradas Band of Horses, The Shins, Iron & Wine, Phosphorescent, Okkervil River, John Grant, Vetiver, etc. etc. etc.

La aportación de estos nuevos pastores es digna de un libro al efecto ya que casi todos los grupos son americanos sonando con texturas inglesas tradicionales. Pero al fin y a la postre… ¿no es esto lo que siempre ha ocurrido desde tiempo inmemorial en la música yankee?  Pensemos en alto y valoremos esta segunda venida al Mundo del folk-rock que nos ha regalado muchas satisfacciones sonoras, muchísimas.

Tuve la oportunidad de ver a Fleet Foxes su directo en una sala con buena acústica de Bilbao, entonces la Santana, compartiendo cartel con Vetiver y lo cierto es que tras una sacudida emocional inmensa en su primera canción (era cierto, provocan esa sensación de eco a las puertas de Jericó) me pareció todo tan calcado al disco que me deje de interesar por el bolo toda vez había quedado prendado por el sonido más campestre y menos invasivo de los encantadores Vetiver que fueron sus humildes teloneros.

Pienso que fui un poco injusto y que todo quedó viciado por ese sensación de rabia que da el que el público se vuelva loco con la banda de moda y desprecie, no atendiendo y hablando continuamente cuando es el turno, a la banda supuestamente «menor». El primer disco de los Fleet Foxes aparte de un maravilloso debut fue el hype de la época. No olvidemos que estamos en esa odiosa etiqueta indie, lo de los Nuevos Pastores y su posible relación con Richard Thompson o Judee Sill a todos los asiduos a los extintos macrofestivales y al mondosonoro se la pelaba.

Ese amargo regusto de su directo tampoco consiguió olvidarme de ellos y aunque han sacado muy pocos discos yo les he sido fiel en sus ediciones, sobre todo a su segundo trabajo que era el que vinieron a presentar, el que quizás sea el que más me gusta, el caleidoscópico Helplessness Blues.

El cambio al prog folk ( ya había cosas de Yes en sus dos primeros, el color de voz de Robin se parece a la de Ian Anderson) vino hace cuatro años con su tercer álbum Crack-Up ( 2017) más denso y difícil pero muy interesante.

Y ahora, sí ahora, en esta casa somos de ediciones físicas y no nos vale que se publicará en plataformas el año pasado, acaban de publicar la edición física de su cuarto disco titulado Shore y ya lamento ser la Susanita (la de Mafalda) del Exile pero es que necesitaba realizar una introducción al uso, no lo concibo de otra manera, me parece que empezar a atacar con la publicación concreta puede dejar de interesar al que no tiene ni pajolera idea de qué va la banda y lo que se se trata es de difundir y contagiar, tranquilos además que de este virus no te mueres.

Puede que me equivoque pero esto es el Pet Sounds que esperábamos del Pastoreo. Una sinfonía de Robin de los Bosques (Mr Pecknold), el cual ha realizado en pleno confinamiento una grabación tan ambiciosa como bella y plena, luminosa, curativa y necesaria y a la que debes acercarte con tranquilidad y paciencia para que te irradie todos los matices que contiene  y de paso te fortalezca huesos y defensas.

Lo que caracteriza a este Shore, como bien representa su portada de delta en marea baja, es su visión panorámica pero macro y dentro de todas las influencias que cita el bueno de Robin me quedo con la de Judee Sill para esos melómanos que saben más que los ratones coloraos y con Brian Wilson para los ratones de raso.

Si a la gloriosa maldita compositora folk-roquera americana le añadimos el siempre eterno Paul Simon aparte de Brian Wilson + Todd Rundgren  con un poquito de Yes establecemos las coordenadas de este inmenso trabajo para el que quiera saber por dónde van los tiros pero sobre todo y ante todo representa un homenaje o síntesis de todo el movimiento trashumante descrito en los primeros párrafos y al propio legado de la banda.

Y si en singles como Can I Believe you (totalmente adictiva) nos traen al recuerdo a los mejores Coldplay que los hubo, claro que los hubo, en otras canciones como Jara (una delicia) dedicada a Víctor, recuperan el pulso de la canción benedictina que hicieron tan popular cuando se pusieron de moda y que no desentonaria en el repertorio de los monjes de Silos.

Como gema central está Featherweight donde paseamos por sendas dignas de Mike Oldfield y donde Robin canta de dar escalofríos. Y es que caramba…algo era ello…él quedó enamorado del Alentejo portugués cuando tocó el el festival del Sudoeste de Zambujeira y decidió asentarse en esa divina tierra durante una temporada y claro…esto suena al estuario del Sado o a las playa de Almograve, a ese sol que ciega de amor y que quiero hasta los huesos.

A Long Way Past the The Past cabalga con una elegancia y clase entre el Crosby y el Young más cósmicos mientras Maestranza ( imagino será la famosa plaza de toros sevillana, del Alentejo está a dos horas largas) con su toque más bailable marca un precioso contrapunto a esta sinfonía dedicada a la belleza infinita porque sí.

Momentos íntimos para la sección final con This Is Not My Season donde su voz parece a la de Simon & Garfunkel en una oferta dos por uno tal es su precioso reverb natural (comprobado en el directo, os lo juro)

Pero es que hay mucho más en Shore: la maravilla que es Going-To-The-Sun-Road con toques jazzys muy Miles y Joni Mitchell era The Hissing pero sobre todo el toque brasileiro que lo da incluso la invitada de turno que canta en portugués.

Luego hay un homenaje a Sufjan Stevens claro en Cradling Mother Cradling Woman y a esa gloria de disco que es  el Orange Crate Art de Brian Wilson con Van Dyke Parks.

Shore me suena tanto a Judee Sill que me pone la sonrisa en la boca y es que un un broche magnífico.

Y como tampoco se trata de mencionar todos sus cortes que son muchos, no puedo olvidarme de la segunda en orden Sunblinded que es un zumo de naranja natural y que es como se tenía que haber titulado el disco. Por cierto por auriculares y en equipo hifi bueno este disco es un vuelo en ala delta.

Ya os digo que Shore es algo grande, muy grande, muy Tom Jobim y a pesar de que es un claro lp doble por su duración, es super ligero y delicado. Y porque en esta casa  lo consideramos de 2021, lo tendremos en cuenta como un posible primer candidato a disco descomunal de este año incierto y gris, por lo menos para este escribiente aunque ya lo fuera en muchas lista del año pasado por así incluirlo.

Shore de unos Fleet Foxes cada vez más personalizados si cabe en su líder, nos ayuda a escaparnos del confinamiento perimetral y a conjugar ese enorme verbo de placer y crecimiento personal que hemos perdido y tenemos que recuperar: viajar.

    * Apilar junto a discos afines como: The Yes Album;Parachute- Coldplay;  Cease to Begin-Band of Horses ;Oh My God Charlie Darwin-The Low Anthem;  Illinois-Sufjan Stevens;  It Still Moves-My Morning Jacket ;Orange Crate Art- Brian Wilson & Van Dyke Parks;  Stone Flower- Antonio Carlos Jobim.


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