Especiales Críticas Discos

…entre confesiones que no se sabe muy bien si de abrazo a la sencilla felicidad de lo cotidiano, de arrepentimiento por los errores pasados o de nostalgia de los años salvajes, Lou Reed nos deja una de sus mejores y menos reconocidas obras…

No, tranquilos, no se os ha pasado ningún aniversario. Simplemente me apetecía hablaros de este disco, de los corazones legendarios. A Lou Reed es a quien más perdono ser él mismo hiciese lo que hiciese, aunque eso significase que en ocasiones no pudiera seguir sus pasos porque uno como mero mortal tiene sus limitaciones frente a tal titán de la música, las cosas como son. Por ejemplo The Raven es un disco que nunca he escuchado entero aunque tenga una obra maestra de canción como es Who Am I que en su versión NYC Man es favortia de top 10. Tampoco me he metido de lleno en la Máquina de Metal y eso no significa que no lo vea un disco rompedor y más influyente de lo que se le reconoce, que se lo pregunten a Thurston Moore. Por el lado opuesto tenemos esos otros discos que denotan mayor tranquilidad o acomodo, esos discos
cuestionados en su momento como Rock’n’Roll Heart (ya reivindicado en esta casa) y Growin Up In Public. En esa segunda fila también transita este Legendary Hearts,
otro de los discos menos valorados de su carrera y que siempre aparece como
un apunte del disco The Blue Mask quizás porque sacó gran parte de las guitarras de Robert Quine de la mezcla final. Gran error teniendo en cuenta las grandes canciones que contiene.

Resumiendo, Lou Reed se encontraba a principios de los ochenta en un momento tranquilo, limpio de adicciones (al menos eso decía él) y con una vida hogareña junto a su mujer de entonces Sylvia Morales a quien dedica el disco. Ella le enseñó a preservar su intimidad y a disfrutar del anonimato. Ella fue quien le presentó a Robert Quine, el mítico guitarra de los Voidoids. Entablaron una buena amistad que fructificó en el estudio. Quine dió a Lou Reed cierta confianza y el equilibrio necesario para sacarse de la manga The Blue Mask, un disco denso y lleno de aristas que le devolvía a sus años de gloria porque recordaba un poco a la Velvet, también palabras mayores para un servidor, pero tampoco considero que Legendary Hearts, visto en la comodidad de la distancia, merezca quedar en segundo plano porque para nada es un mal disco, sino todo lo contrario. Diferente, quizás carece de la garra de aquel y es más accesible pero por lo demás se encuentra a un mismo nivel, es como el New Morning de Dylan, es una pausa alegre y fugaz, la postal que nos dejó de su lado más familiar y relajado, al menos en apariencia porque a poco que profundicéis en estas canciones encontraréis a un Reed en ocasiones no menos combativo.

Lo que en principio sólo era el disco que contenía la mítica canción titular que se cuela en todas las recopilaciones, Legendary Hearts, me terminó empapando como el chirimiri con el calado reflexivo de otras como Make Up Mind y con, ojo!, dos de sus joyas menos conocidas como son la dylanita Betrayed y una de sus grandes obras maestras escondidas como es Home Of The Brave con sus casi siete minutos de lirica tan sencilla como punzante y emocional. Sus rockanroles nuevaoleros tiene, como es el caso de Don’t Talk To Me About Work y Martial Law. En The Last Shot, entre confesiones que no se sabe muy bien si de abrazo a la sencilla felicidad de lo cotidiano, de arrepentimiento por los errores pasados o de nostalgia de los años salvajes, Lou Reed nos deja una de sus mejores y menos reconocidas obras. O díganme que daríamos ahora por canciones como Turn Out The Light o cómo en Pow Wow hizo eso que tan bien le salía siempre con tres acordes y que concretó años más tarde en el sucio y más reconocido Blvard. Por suerte, en una época donde grandes músicos se dejaron llevar por la brillantina de las cajas de ritmos y los sintes, Reed no le hizo ascos a abrirse un poco más a la fácil escucha pero nunca pecó con producciones de cartón piedra, Bottoming Out es una buena muestra de la versión más comercial de este Reed, una cadencia muy del Bowie contemporáneo rompepistas pero sin sus excesos. Este disco cierra con Rooftop Garden, otra de sus baladas para otro día perfecto que se desliza con ligereza hacia el final dejando un muy buen sabor de boca y que nos invita a pinchar de nuevo la cara A.
Ahora que sus discos superan el estigma de la novedad ya poco importa cuales vinieron antes y cuales después, el simple hecho de escuchar la voz de Lou Reed y su rascar de tres acordes se ha convertido en un ritual de resistencia, una búsqueda íntima de canciones perdidas que aparecen entre tantas grutas abiertas que dejó en una mina repleta de oro. Y Legendary Hearts es uno de los cofres que mejor guarda su versión más relajada y baladista, un favorito de la vida.
Por Chals Roig
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2 comentarios

    1. Ya, lo que va antes es poderoso, pero estoy convencido de que se trata más por su acercamiento a su pasado velvetiano en el sonido que por que sean mejores canciones, que para mi no lo son. Si no me equivoco salieron todas casi de la misma sentada. Adoro los dos discos por igual.

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