Especiales Críticas Discos

El potencial de vida que contiene el III es imposible de pesar en balanza. Como esa sensación tan Kurosava del Friends o la locura marca de la  casa del Celebration Day o ese proto hardpunk  de Out On The Tiles que marcan una cara A mucho más cañera que la del reverso donde la delicatessen de los armónicos y acordes abiertos acústicos constituye un verdadero resplandor.

El ejército de Atila no necesitó energía eléctrica para arrasar y generar a su paso un silencio atronador y un resplandor polvoriento y dorado. El III no solo representa para mi esta delirante comparación sino que inventa un estilo en sí mismo con respecto a sus dos joyas precedentes de alumnos aventajados de la Academia del Hard British Post R&Blues, ambas impecables (el I y el II) y ya con un estilazo legendario. Pero, en mi opinión, en este disco tercero dieron con la fórmula de su poción mágica, digamos que llegaron hasta su propia metáfisica. Desde que lo escuché de chaval, siempre me ha estremecido. Ayer mismo buscando una nueva parcela de garaje para alquilar lo puse en el coche a todo trapo para darme ánimos-la cosa está jodida- y efectivamente, encontré el lugar donde repose mi guerrero Toyota Auris de sus andanzas siempre alegradas con música a buen volumen como la del III.

A pesar de que la joya empiece con la arrebatadora y enchufada Immigrant Song, un absoluto clásico de grandeza riffera y de grito comanche en cielo rojo, el rollo del III va más de la demostración de que hay mucho alto voltaje en las formas acústicas, en las guitarras de palo y demasiada inspiración en el retiro a la siempre sugerente campiña de la tierra del Brexit.
El misterio para mí es cómo cojones están grabados los instrumentos acústicos en este pedazo de obra maestra entre las 6 que publicaron de seguido y sin movérserles el flequillo, algo que me perseguirá hasta la otra vida y en la me gustaría tenerlo siempre cerca. Es como una vibración ancestral, muy Atapuerca, enraizada en el blues del Delta del Mississipi pero tremendamente pre-céltica. Yo todavía no entiendo muy bien el III pero solo reconozco que mis huesos tiemblan a su escucha y me da miedo, eso si, terror del bueno.

Que en su día fuera ninguneado tiene cierta lógica porque a la gente, así en general, le gusta que le den la misma marca de cerveza en los bares y esto supuso una herejía para el sector duro al que curiosamente le parecían territorios de emulación a Crosby Stills & Nash en versión chunga. En fin, qué idiota es la tontez y cuánto te pierdes si no aceptas el cambio.

Si quitamos la canción guerrera mencionada y el magnífico y alargado blues Since I´ve Been Loving You más los últimos estertores del Hats Off (To Roy Harper) el resto es una especie de Beggar´s Banquet pero en diferente, con esa invención, como cabe caracterizar a otra de las mejores bandas de la Historia. Sin embargo, al igual que lo que pasó con el de Sus Satánicas, pretendiendo ir a la raíz, se convierte en un movimiento diagonal de alfil demoledor y mortífero frente a las viejas formas de hacer, generando una nueva liturgia.
Digamos que si Beggars es un poco más ortodoxo (aunque Don Covay había publicado su House of the Blue Lights con la Jefferson Lemon Blues Band prácticamente al mismo tiempo) el III es una patada a las formas de tocar el Blues muy caledónica y francamente salvaje. The White Stripes, por ejemplo,  fusilaron sin piedad su misterio.
Vale que Jimmy Page hablará de la influencia de Bert Jansch y demás guitarristas revolucionarios ingleses pero querido…no te quites méritos porque eres más grande que el nacimiento del Sol.
Y tampoco se quedan mancos tus tres compañeros, los cuales en este extraño y hermoso disco, se salen en el ataque a todo lo que tocan y cantan con un espíritu- eureka- flamenco y requete hippie.
Este tipo de power solo lo encuentro escuchando a Camarón cantar seguidillas o tangos de Cádiz. Es como si los cuatro se estuvieran rompiendo la camisa.
Y luego vienen todos los matices tras el tortazo inicial: la influencia del propio homenajeado, Roy Harper (patente), la de la gloriosa Fairport Convention, la de la Joni (Mitchell, claro) y la de los propios Beatles pero todo ello casi imperceptible para el que no se ha arruinado comprando discos. Y eso solo ciñéndonos al plano musical porque este III tiene mucho de otras artes, mucho.
Aparte, en su ahora reivindicado tono acústico único, hay una variedad de palos y tonadas de cortar la respiración y a mi que me traten de prender fuego para bajarme de la burra de que Tangerine, That´s The Way o Friends no son de sus mejores canciones y de las más deliciosas y hermosas compuestas, band and period.
Quizás sea mi querencia por el folk pero este fue mi primer amor con los Zepp y ya se sabe que el primer amor siempre te produce el mismo calambre. No renuncio a ningún disco de ellos hasta el Houses, a ninguno, pero el III me sigue dejando tiritando pensando en esa máxima que dice que el menos puede ser más y que la actitud es el mando de la intensidad y autenticidad, no el propio volumen.
Otra cosa que llama la atención del III y otra vez sale el bueno de Jimmy, es conocer la razón de que sus guitarras de 6 y/o 12 cuerdas acústicas suenan por sí mismas en el III como Napoleón puesto hasta las cejas de sustancias de empoderamiento mirando el mapa de Europa con vicio invasor.
Y como unas tonadas blues compuestas en una granja galesa pueden llegar a sonar con tanto bravado y tan impresionantes después de ser llevadas a grabar al estudio adecuado y con la mezcla perfecta.

Tiene tantos guiños vocales de un duende llamado Robert Plant, vale que si muy gritona pero que canta como un ángel con tan potente libertad; parece que camina por el paraíso contemplando la creación del Universo.

El potencial de vida que contiene el III es imposible de pesar en balanza. Como esa sensación tan Kurosava del Friends o la locura marca de la  casa del Celebration Day o ese proto hardpunk  de Out On The Tiles que marcan una cara A mucho más cañera que la del reverso donde la delicatessen de los armónicos y acordes abiertos acústicos constituye un verdadero resplandor.

Por favor qué alguien me explique el misterio mientras me lo pongo de nuevo y susurro para mi mismo, rumbo a mi nueva parcela alquilada donde seguramente hago más cicatrices a mi guerrero por lo estrecha que es y lo difícil de su maniobra: Measuring a summer’s day, I only finds it slips away to grey. The hours, they bring me pain.

Por Joserra.


Un comentario

  1. Una suerte leerte, ese poder para hablar de discos por escrito y hacer que la esencia de los mismos llegue al lector (escuchador) sigue intacta en ti. Por otra parte el disco es tan bueno que tras leerte se hace difícil no pincharlo una vez más.
    Abrazos

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