Discos Críticas

 «Obedeced a vuestros puercos que existen. Yo me someto a mis dioses que no existen»
René Char

No te sentía muerto Leo
Te sentía muy vivo
Pero no imaginaba que ibas a hablarme de nuevo desde tu afterworld
Ese en el que Cobain mezclaba su propia tristeza.
De eso nada, tú eres luz y danza, versos y calma, salmos y redención…one, two, three, one, two, three, one.

Exhumar un cadáver es algo muy delicado que está de moda y hiere sensibilidades. Los discos póstumos suelen ser caca de la vaca, porque se han dejado inacabados y sin el visto bueno de su autor. Mirad las tropelías que hicieron con Jeff Buckley y Amy Winehouse, todo para ordeñar su escaso legado de grabaciones-maquetas y eso que no eran dictadores.

El anuncio previo de éste Thanks For The Dance del bardo de Montreal por parte de su hijo Adam se refería a poemas recitados en su móvil,  a versos de última hora entre medicaciones o a canciones más trabajadas pero que no entraron en el sublime y oscuro capítulo final de su padre titulado You Want It Darker. Sonaba a mercadotecnia y a profanación aunque bien es cierto que estando su hijo de por medio y sus amigos -todos músicos de tanto postín- podría obrarse el milagro y evitar se convirtiera en un producto de cajón de saldo en el plazo de dos meses o de compra impulsiva de fan pero para aparcar en la balda. Al final y mira que son siempre inútiles y grotescos éste es el mejor recordatorio post mortem de agradecimiento a todos los que le seguimos llorando y además sin foto que eso es de lo más tétrico.(qué elegante es el artwork por dios)
Pero ¿quién es el guapo que no se atreve escuchar la palabra del Padre tras su marcha definitiva? ¿quién no se reserva el rato más tranquilo del día-noche de su edición para percibir- con los cascos puestos a ser posible- lo que nos hubiera querido decir justo antes de su partida?

La sorpresa en primera audición fue mayúscula. La intensidad emocional de la serie inicial de Happens to the Heart, Moving On, The Night of Santiago y el SUBLIME vals que le da título a este testamento, o lo que es la mitad del escaso pero excelente minutaje del disco que no llega a media hora (cómo pasaba muchas veces con los Lps en la época pre-cd) es de tal calibre que iguala o supera a cualquier secuencia de su esencial trilogía de su bella arruga: Popular Problems (2012), Old Ideas (2014) y el mentado del año de su muerte You Want It Darker (2016)

Hay algo en estas cuatro canciones seguidas de resumen de su obra, de esencia esencial, de vuelta a recordar sus cuatro primeros discos cuando dio el salto de poeta a cantor. Una sensación fantasmagórica de una intensidad e intimidad brutal y todo gracias a las cuerdas de nylon de Javier Mas, el escudero maño de la última época del Maestro, un etapa tan esencial como la primera o cualquiera de las suyas. incluido el I´m Your Man, su second coming.

El laúd de Javier en Happens To The Heart suena y te das inmediatamente cuenta de que esto es puro Cohen, como si desde el más allá sonriera aprobando el trabajo o como que lo hubieran grabado con él tocando en las puertas del cielo. Es ese eco del instrumento y sus cuerdas vibrantes el que ya te engancha de una manera salvaje a todo el disco y ya quieres acabar sin stop la media hora escasa de ésta experiencia místico-religiosa.

Por ejemplo, escuchar estos versos con su voz de Dios, como si fuera abriendo puertas poco a poco de su corazón y con semejante acompañamiento, sobrio a la par que elegante, no tiene parangón:

In the prison of the gifted
I was friendly with the guards
So I never had to witness
What happens to the heart

La siguiente es Moving On, una supuesta canción inspirada en su musa de la isla de Hydra, su siempre presente Marianne. Estremecedora y eso que ya teníamos aquella carta increíble que le envió cuando ella murió por la misma enfermedad (leucemia) cuatro meses antes que él. Pero es que la tonada y la forma de cantarla es tan pasional dentro de su rezo que rezuma pura nostalgia de luz y agua salada del golfo Sarónico y me dan todavía más ganas de montar ese viaje soñado a la isla mediterránea de los burros y las bicis, sin motores, justo cuando llora la mandolina de Javier Mas al empezar.

Cuando dice que adora sus «t-shirts» y su traje para el atardecer…son de esos detalles tan bonitos de escuchar en un fucker del tamaño de Leo.Y Silvia Pérez Cruza a los coros…En fin, de llorar. De una humanidad que empiezas a creer que como Elvis, Leo sigue vivo y más que nada porque es necesario ya que pone a todos sus nombrados herederos musicales en su sitio. Cave estará postrado de rodillas ante este disco.

La flamenca y lorquiana The Night Of Santiago con Beck a la guitarra acústica y el arpa judía es de una elegancia apoteósica y Silvia de nuevo canta desde la lejanía con unas palmas tan tradicionales como rosalianas que le ponen a todo ese contrapunto moderno que siempre ha tenido el bardo desde los tiempos del Casiotone.

El arpegio inicial de Thanks For the Dance me llevó inicialmente a Otis Redding y sus soul ballads pero cuando dice eso de «sube la música y vierte el vino…no necesitamos profundizar más» como una puta marioneta me dejo llevar por su hilo fino de oro , hecho de agradecimiento y sabiduría y me voy a una pista de un viejo palacio veneciano a bailarla con a quién yo quiera. Y es que Daniel Lanois está por ahí rondando con sus voces y piano y eso es garantía de eternidad. One two three, one two three one o uno de sus mejores vals y/o canciones relacionadas con la danza, toda una especialidad, es este caso su último vals. Mira que yo tenía ya prevista para mi funeral tu Closing Time, ya me has jodido viejo Leo.

Jennifer Warnes, su vieja amiga y la buena de Feist hacen el papel de sus ángeles custodios. En serio, no he escuchado una canción más bella este año, os lo prometo. Y vale, lo reconozco, si que recuerda a Dance Me To The End Of Love pero no, no es lo mismo, es un vals de aceptación, de celebración y de agradecimiento a la vida tras exprimirla con máxima fruición. Belleza infinita. Buff. De poner en repeat para creer en esa parte de banda centroeuropea de Hotel de tres al cuarto.

A partir de este infarto en cuatro actos, llega lo más recitado, lo más difícil, su segunda parte pero que en breve se torna tan necesario como todo lo anterior. It´s Torn es una de sus letanías, en este caso repitiendo Lanois y con otra amiga como Sharon Robinson, demostrando la sabiduría de Adam Cohen en la combinación de agentes del prodigio. Digamos que esta canción es una prolongación del there is a crack in everything and that´s how the light gets de su POM absoluta Anthem.


The Goal es espartana y monacal, corta y precisa, un minuto y doce segundos dentro de un arpegio marca de la casa tocado por el zaragozano como si fuera el bardo en Avalanche. Y te quedas hipnotizado escuchando el retumbar de los balsámicos graves de su golden voice.

La canción política, denunciando esta mierda de mundo lleno de marionetas se llama Puppett y no deja títere con cabeza. Gotta serve somebody que decía su colega, ese que le robó el Nobel según algunos tontos, no como él que sabía que era como ponerle una medalla al Everest. Pero Len es el K2, así que todos tranquilos y fuera polémicas.

The Hills (grandiosa)y luego el que dicen que fue su último poema Listen to The Hummingbird pueden ser tan impactantes y semejantes, se podría hacer hasta una tesis al respecto, a la despedida de Bowie con el doblete Blackstar/Lazarus por su cómoda incomodidad. Son intrigantes.

Tienen ambas la urgencia de contar el final del cuento y de representar en su sonido la dureza de la muerte y un mensaje sincero y consejo para todos los que quedamos. Tras dar las gracias a las pastillas para sobrellevar el dolor – él, a pesar de tener la leucenia y los huesos triturados,  en su silla ortopédica especial, quería ver desde su ventana a la gente pasar y crecer a su nieta, sentir la ilusión adolescente de seguir haciendo su trabajo y crear estas joyas para expresarse de nuevo y dejarnos bien claro una consejo rotundo: «no me escuchéis a mi sino al colibrí» ni siquiera a Damien Rice que hace coros, «escuchar a las mariposas volar que viven poco y a la mente de Dios que no necesita existir»

Sublime Leo, como dijo Caetano de Joao Gilberto (que su voz era mejor que el silencio) ahora digo yo que hay una voz que se parece a la de Dios porque me ha vuelto a hablar desde el más allá y me ha enseñado a creer. Para eso están los dioses coño, no para existir sino para que creas en ellos y te hagan crecer.
Gracias por este baile inesperado (sobre todo a tu hijo Adam, por hacerlo posible y tan bien), un, dos , tres , un dos tres, uno.


Por Joserra


Este disco es una obra maestra en un pildorazo, en serio, no esperaba tantísimo.


Un comentario

  1. El último baile, al igual que The Last Waltz, es lo que se recuerda con mayor emoción. A esa voz que mejora el silencio se une la lectura entre líneas de tu texto. Ahí se encuentra devoción, fervor y el recogimiento del que ha entendido realmente el mensaje del artista.
    Fuerte abrazo,

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