Discos Críticas

Tuve el inmenso privilegio de tener en primicia el master en un cd tostado desde primeros de agosto, sin más anotación que el nombre de la ciudad norteña inglesa.
Moi me lo pasó una noche fría de verano en Busto de Bureba (Burgos), el pueblo donde nació mi madre, en la segunda edición del Autrigalia Fest, festival donde Moses Rubin participó este año en formato power trío, calentando lo que parecía imposible de templar bajo las sombras de los Montes Obarenes.
Moses aparte de amigo es el talento joven al que más admiro de este país, junto a nuestro amigo Txema Mendizabal (en lengua cervantina) que casualidad estuvo también en Busto y me hice una foto con ellos histórica,  portando la antorcha de la tradición songwriter y más que eso, con la particular modernidad de no poder ocultar que es hijo de su generación. Algo difícil de explicar si no le conoces en persona y ahondas en su profundo romanticismo dentro de esto que llamamos componer canciones de belleza infinita y en vivirlas a cien, como él siempre hace, como actor principal de las mismas. Además y no es solo pasión de amigo mayor, de acompañarlas con un toque de guitarra tan virtuoso como honesto, tan brillante como intransferible, tan rudo como tenue y sublime como esa figura a las seis cuerdas de los segundos finales de Southern Land, la maravilla que abre esta preciosidad.
Eran las 2 de la mañana y yo creo que uno quería volver a Frías a dormir, más que por meterme en la cama y pillar calorcito, por escuchar Leeds subiendo y bajando solo en la noche oscura el Portillo y así encontrarme con algún corzo curioso por lo que dentro del coche iba a sonar.
Conocía alguna canción previamente de sus directos, incluso de escucharla en su móvil, pero no es lo mismo que la obra rematada, arreglada, mimada.
El hecho de ser un minicd-vinílo  temático me atraía especialmente por varias razones: me gusta que el artista se tome su tiempo, justifique sus publicaciones, censure su incontinencia creativa, dosifique, cuide y mime su carrera y además, porque este proyecto, dedicado a la segunda ciudad del madrileño-por adopción emocional y por experiencia epifánica en sus estancias, lo he seguido muy de cerca, en conversaciones y encuentros un tanto mágicos para su destino y el mio.
Toda esta cercanía no quita para que os prometa de corazón que estamos ante una pequeña obra de orfebrería folk, sentida hasta los líquidos sinoviales por él y por los que esperábamos a que ese corzo apareciera. Y eso que viene después de Subtle Atmospheres (2016) que es una maravilla llena de colores y sabores.Un disco rotundo.
Hay ciertas cosas que me sorprendieron de Leeds en su primera escucha, con las luces largas dadas, casi permanentes porque no me cruce ni un coche: la primera es la voz, sincera e hiriente de nostalgia por la ciudad del norte que ha madurado y que «aunque sea algo más vieja sea más joven ahora» como en el verso de Bob Dylan. Quizás menos preocupada por gustar.

Alucina en este Leeds lo que ilumina su foco y lo centrado que está, como el de los faros de mi Auris, tratando de ver los fundamentos y el origen de una necesidad de expresarse con acordes y arpegios con gotas de bergamota y estrofas de  hojas té de las más altas cumbres del paraíso. Con su englishness inevitable y sugerente, con una personalidad exultante, aunque sea de casa y llegue al grupo de personas que llega, Moses Rubin es un tesoro, nuestro tesoro folk que como Stephen Stills puede roquear como le de la gana porque no tiene barreras, ama el roble del rock.

Southern Land es desde la nota primera y la elegante incursión de un piano- podría ser John Cale quien lo tocara pero no , es Sergio Valdehita- y es genial! un nuevo Pink Moon de nuestra nueva luna de artistas amigos. Y el bajo de madera apoteósico entre Pastorious y Danny Thompson de Rodrigo García es el otro elemento esencial que viste de sobriedad deslumbrante todo este concentrado set.
Creo que Southern Land es la mejor canción que ha compuesto Moisés Rubín. Así lo siento.Eterna.

La oda a su Leeds que titula este cofrecito, nos traslada a sus calles, nos genera unas ganas inmensas de descubrir sus secretos y pubs, sus plazas y edificios de su pasado burgués e industrial. El vídeo casero de móvil con tomas de sus spots emblemáticos,  me lleva irremisiblemente a uno reciente de Bill Fay, que hizo un aficionado en youtube con un super 8 de las calles de Dublín y también a la música de ese otro maestro de la englishness. A Michael Chapman o al muy manido cuando se trata de compararle Cat Stevens, esa virtud en pulir la gema que viene desde el Scarborough Fair de la tradición inglesa de guitarra de palo.

The Intermediate me provoca darme de tortas o tirarme encima un cubo de hielo para tratar de procesar que no es un outtake de esas reediciones hermosas que he ido comprando durante toda esta primavera del catálogo de Bert Jansch. otro referente de Moses. Y tengo la suerte de ser su amigo y confidente…¿Quién no ha soñado en poder conocer en vida a Nick Drake? En fin, sigan ustedes apreciando cualquier insustancialidad del neo-folk aburrido anglosajón que nosotros a lo nuestro, a Ryley Walker, a Steve Gunn o a Moses Rubin, si señor, en la misma categoría.

La nostalgia, ese nuevo refugio frente a la mediocridad, tiene su pieza en In My Room. Porque cuando uno se va de casa añora y hacer hogar del nuevo destino requiere tiempo y experiencias. Su melodía evoca esa sensación de estar bien, aislado en tu propio mundo, compuesto de tus discos favoritos, tus libros, la chamarra que te da calor y la silla que soporta tus cachivaches necesarios. En muchas cosas Leeds me recuerda al The Freewheelin, esa ternura tan difícil de encapsular de sus baladas con fingerpickin´.

Pero el número que me paró el aliento y me dejo turulato esperando al corzo, fue el sublime instrumental Transpennine Express que le da cerrojo, un dulce sueño donde los tonos, los armónicos, la estructura y sus cambios expresan todavía mejor que con las palabras y versos, una saudade tan plena que casi es fado, un viaje en avión low-cost para una experiencia vital de lujo: que prenda la música en un ciudad que no es la tuya, a la que vas a estudiar pero también a currar y con ella y los amigos que haces en el camino, en esos recitales dentro de pubs milenarios situados en  esquinas estratégicas de postal, donde te llaman el «Cat Stevens español» y que veas que tienes tus acordes y tu verdad para transmitir arte allá por donde quieras del Mundo.

Leeds de Moses Rubin representa la madurez de un artista, Leeds es Moses Rubin en esencia y hermosura, Leeds es el propio corzo que no quiso acercarse en mi ruta por el Portillo porque estaba conmigo dentro sonando en el estéreo. Leeds es necesario y bueno para el alma porque lleva  hojas de té Darjeeling, gotas de bergamota, y flores del paraíso y un toque de guitarra que aumenta el sentido.

Hazte con el en este enlace, no te arrepentirás, en cd o en vinilo con su preciosa portada y el apropiado artwork de su querida darlin´companion Cecilia. Como yo lo he hecho, hay que apoyar a nuestros artistas y comprar sus discos.

/https://mosesrubin.bandcamp.com/


Un comentario

  1. No he querido escuchar nada hasta que llegue el vinilo, que ya compré ayer. De momento el adelanto y estas líneas me sirven para salivar, siempre con nuestros artistas.
    Abrazos.

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