Conciertos Críticas

…queda demostrado una vez más que este artista dignifica el rock americano y que debería estar mejor situado en el olimpo de los grandes…

Por Juanjo Mestre

No quiero pecar de excesiva emoción pero el concierto que el neoyorkino ofreció anoche es el mejor de todas las veces que lo he visto en directo, cosa que por cierto no me esperaba teniendo en cuenta alguna de las últimas experiencias, más acústicas, con escasez de gente y con la falta de apoyo por parte de una banda solvente. Y es que Danny Montgomery a la batería, Jorge Otero a la guitarra y coros, y Juanjo Zamorano al bajo, resultaron el complemento ideal para que el pequeño gran Willie Nile desplegase a todos los efectos lo mejor de su poderío escénico y musical.

Comenzar con el «Running down a dream« del añorado Tom Petty supuso la inmediata captación del personal asistente al Loco Club de Valencia, una concurrencia, me reitero, más numerosa que en anteriores giras.

Lo que podría haber sido, teniendo en cuenta el último álbum de versiones, un repertorio dedicado a homenajear a Bob Dylan (tan solo sonaron «Rainy day women #12 & 35« y «Blowin’ in the wind»), fue más bien una reivindicación de su extensa trayectoria, demostrando que se halla, a punto de cumplir 70 años el próximo 7 de junio, en un excelente estado físico y rocanrolero. Ya muchos quisieran. Para colmo no se limitó a sus grandes éxitos sino que eligió concienzudamente un repertorio que pudiera repasar la gran mayoría de capítulos que componen su dilatada discografía.
De ese forma combinó épocas evidenciando lo bien que envejecen tanto las canciones más antiguas como las más modernas. Entre las más recientes, «Forever wild« o «Hell yeah« del «World war Willie» y «This is our time» o «If i ever see the light« del «American ride», se postulan claramente ya como futuros clásicos que guardan un equilibrio perfecto con el pasado.
De su espectacular período de resurrección en el segundo lustro de la década 00 no faltaron a la cita los tarareables himnos «One guitar« y «House of a thousand guitars«, así como la intensa «Give me tomorrow« o, en ese habitual apartado épico al piano, la apasionada «Streets of New York« a la que se unió su pieza más relevante de los primeros ochentas, la infalible «Across the river«.
Entre las joyas noventeras «Black magic«, «Heaven help the lonely« y una sensacional «You gotta be a budda (in a place like this)» en el bis de rigor. De todo ello queda demostrado una vez más que este artista dignifica el rock americano y que debería estar mejor situado en el olimpo de los grandes, mucho más que otros excesivamente valorados. Sin duda estamos ante otro inusual caso que mantiene el tipo y que demuestra que la arruga es bella.

* Todas las fotos del archivo personal del redactor JJ. Crónica para el Espacio Woody/Jagger y para el Exile Magazine.



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