Críticas Discos

La pérdida de Grand Drive en su día no fue un gran problema para un servidor puesto que todavía no conocía la grandeza de su líder Danny George Wilson. Los discos de la banda que Danny creó junto a su hermano Julian Wilson no encontraron acomodo en el hogar nikochiano hasta que Danny nos llegó al corazón con los trabajos de su nueva aventura, los Champions of the World. Lo creado por estos hermanos de origen australiano pero londinenses de adopción es digno de estudio, pues su media docena de discos no tienen desperdicio y me atrevo a decir, con la ventaja que otorga el tiempo, que son uno de los grandes tesoros de la música de las dos últimas décadas. Me quedo, sin dudar, con «True love and high adventure» del 2000 y con «See the morning in» (2002), dos discos por los que muchos artistas matarían o pagarían lo indecible por poder componer algo de este nivel. Curioso es que para la gran mayoría de seres humanos, estos discos han sido olvidados, o simplemente aún no han sido descubiertos. No sé a que espera ese gran tanto por ciento de humanidad para ponerse manos a la obra. Imposible no caer rendido ante esos dos grandísimos discos. Aún con ese nivelón Danny decidió disolver la banda, aventurarse con algún disco en solitario y finalmente crear un nuevo grupo para moverse en otros estilos. Fue entonces cuando nuestros caminos se cruzaron. Fue sin duda «Henry the Van» la canción que me cautivó, ese tema dylaniano que era el corazón de «Street of our Time», disco maravilloso que retomo habitualmente y que fue uno de los más escuchados en el ya lejano 2009. Una joya. Todo lo que ha venido después es oro puro y, poder seguir sus pasos y ver como ha ido evolucionando tanto a nivel compositivo como en variedad estilística, no tiene precio. A cada disco Danny nos sorprendía e inicialmente nos dejaba con el paso cambiado, hasta que caíamos rendidos a sus pies.

La evolución de Danny Wilson en sus discos con los Champions es alucinante. Del folk dylaniano de «Street of our time» (2009), pasando por la épica Springstiniana de «Hearts and Arrows» (2011) hasta abrazar al soul en el espléndido e imprescindible «Stay True» (2013), sin duda su mejor disco, su obra cumbre, repleta de magia e inolvidables canciones. Esa evolución pareció tirar de freno de mano en el 2015 con «What kind of love» que estaba un peldañito por debajo del anterior pero que nos daba todo lo que necesitábamos de los Champions. No defraudaban pero no sorprendían. Era una lógica continuación al haber dado con la tecla correcta, al haber encontrado un estilo y un sonido como banda, banda que en directo (más aún si llevan teclados) es una apisonadora. A todo esto, llega 2017, y es el momento de un nuevo disco, disco que ya sabíamos que llegaría puesto que el dicharachero y alegre Danny ya había anunciado personalmente en su concierto de Frías (en el festival tributo a The Band: el último vals), tocando incluso algún tema nuevo. El disco en cuestión hace mucho tiempo que está en mi poder, hace mucho tiempo que lo llevo escuchando y la verdad, es que he querido dejarlo madurar y aposentarse en mi cabeza puesto que se trata de un disco doble, compuesto por nada más y nada menos que 18 canciones, en las que Danny no abandona su manera de entender el soul pero que lo lleva hacia otros estilos ya conocidos, pues hay trazas de Grand Drive, y del folk y americanismos de sus primeros discos con los Champions. Es como bien escuché o leí por ahí, su «Exile on Main Street», un despiporre musical y de estilos que de primera aturde al personal, lo descoloca, y hace que la mayoría quede empachado por tanta canción y tanto minutaje, tildando al álbum de demasiado largo, y concretamente al segundo disco de flojo. Nada cierto en mi opinión si uno no se apresura en la crítica y deja que el disco vaya arropándole. No digo que sea su mejor trabajo, no lo es en absoluto, pero desde luego creo que está a un nivel excelente, manteniendo la línea sobresaliente de los Champions y aportando aire fresco, dando importancia a la banda, a los Campeones del mundo, puesto que todos participan en la composición de los temas dándonos un disco de country/soul/rock excelente donde todos ellos, todos los músicos tienen su momento para lucirse.

El primer disco comienza de manera sensacional con una composición marca de la casa. «Waiting for the right time» tiene todo lo que nos gusta de los campeones del mundo. Tiene soul, tien magia, tiene un estribillo demoledor, solo de guitarra precioso, unas armonías perfectas y el inconfundible sello de Danny. «Bring to my knees» es fantástica. La guitarra llora rememorando a los Eagles, mientras que la melancolía del piano nos enamora. Segundo tema, segundo temón. «Hit me» es el soul de siempre, un temón descomunal (y ya van tres) que como bien dice Johnny JJ en su reseña del disco nada tiene que envidiar a clásicos del género. Muchos se quedan en esta tripleta. En el fantástico regusto que deja pero el disco solo ha hecho que empezar a andar, a dar sus primeros pasos. La balada «You’ll remember me» es de pelos de punta, como nos los pone también uno de los mejores temas del disco, «Swift street». «Consider me» nos devuelve la energía, y nos viene a la memoria el «Hearts and arrows» donde este tema sin duda encontraría acomodo, puesto que tiene esa épica springstiniana que tan bien llevan a cabo los «champions». Lo de «Coley Point» es de traca, bajo esa primera escucha fría se muestra con el tiempo un tema inmenso, uno de mis favoritos del disco. «It’s just a game» es un tema con gancho heredero del «Stay True», un as ganador, un triunfo asegurado. Una pedazo de canción que vale por un disco. El final del primer disco se acerca, y «Never in the moment» está allí para desear que nunca termine. Un tema donde asoma la esencia de «what kind of love» y que nos lleva a otro temón para cerrar el primer acto. «Gotta get things right in my life» es oro puro. Nada más que decir.

El segundo disco empieza increíble con una gran canción titulada «Waiting for the wheels», con todas las señas de identidad de los «Champs», un tema que en directo promete ser incendiario, y que es sin duda otro de los grandes momentos del disco. Su toque funk engancha, sus vientos y su ritmo trotón deslumbran, y como siempre Danny vocalmente sensacional. El baladón «Don’t walk away» nos lleva a ese regusto de Simon y Garfunkel, ese aroma, esa sensación. En «Hey don’t lose your nerve» practica ese soul agustito que borda Van the Man, y es fácil imaginar la canción cantada por el León de Belfast, rugiendo en ella, y haciéndola más grande si cabe pues el tema es excepcional. «Everything you need» y «Long distance tears» son ligeras y nos llenan de felicidad, en el medio de ambas «Let the water wash over you» brilla rememorando a la Creedence. El final está cerca, primero con «The circus made the town» a la que no le acabo de coger del todo el punto y finalmente cierran el disco con la romanticona «Flying by the seat of our pants». Un disco que para nada se hace largo, que para nada baja el nivel de la banda, que los posiciona en una situación privilegiada, como a una gran banda con mucho que decir todavía. Un señor disco al que hay que dedicarle su tiempo, un disco que enamora a fuego lento y que el tiempo lo colocará donde debe, entre los grandes del año.

Danny and the Champions of the World – Brilliant Light (2017)

01.- Waiting For The Right Time/ 02.- Bring Me To My Knees/ 03.- It Hit Me/ 04.- You’ll Remember Me/ 05.- Swift Street/ 06.- Consider Me/ 07.- Coley Point/ 08.- It’s Just A Game (That We Were Playing)/ 09.- Never In The Moment/ 10.- Gotta Get Things Right In My Life/ 11.- Waiting For The Wheels To Come Off/ 12.- Don’t Walk Away/ 13.- Hey Don’t Lose Your Nerve/ 14.- Everything We Need/ 15.- Let The Water Wash Over You (Don’t You Know)/ 16.- Long Distance Tears/ 17.- The Circus Made The Town/ 18.- Flying By The Seat Of Our Pants.

*post aparecido en Nikochan Island por Nikochan


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