Críticas Discos

El vinculo con mi querida banda de Castro Urdiales vino por parte de mi amigo Luis. Él estaba entonces muy enfermo pero lleno, como siempre, de pasión por la música. Me comentó que tocaba el bajo en un grupo y que estaba seguro de que me iba a gustar. Me citó el nombre de Wilco y el rock americano de corte folk-rock dylaniano como influencia, el sonido que amo.
Todo se desencadenó rápido. Fue en el Record Store Day de 2015, la última vez que tocó Luis, en la tienda Power Records de Bilbao donde siempre habíamos compartido charlas interminables sobre bajistas favoritos, artistas y discos, es decir,  sobre nuestra pasión.
Ese día de abril es el último que le vi, tan lleno de alegría… Tocó con la ilusión de un niño pero sus ojos estaban muy cansados. Cuando entraba ya el mes de julio, Luis quiso descansar para siempre de su lucha contra la enfermedad. Nunca olvidaré su lección. La música lo era todo para él y disfrutarla hasta el último instante fue su manera de vivir plena. Permaneces en las canciones que has escuchado, te quedas impregnado en ellas, él sigue estando con nosotros.
La presentación de su primer disco,  Sunrise, se hizo meses después en el mismo templo de los discos de Bilbao, ya sin él, y allí me fui claro. Desde la puerta de cristal de Power escuché un repertorio lleno de esperanza, de ganas de seguir luchando, exactamente el mejor servicio que tienen que prestar las canciones para quererlas.
No lo pensé dos veces, Copernicus Dreams tenían que estar en el cartel del Último Vals de Frías 2016 (un fin de semana de homenaje al concierto despedida de The Band) ya que encajaban perfectamente con el espíritu vivido en la localidad del norte de Burgos.  Luis amaba a The Band y él desde el cielo puso la guía.
Abrieron el festival. Además ese día era el cabo de año de su bajista. Previamente, tuvieron un precioso detalle con la pequeña ciudad medieval: tocar en la calle del Mercado el día de la presentación del Vals y a todos nos encantó. El vínculo se generó para siempre y el badge del Vals costará desprenderlo del chaleco.
Si ya su debut Sunrise tenía un puñado de canciones infinitas, de levantar la boina por su frescura y el sabor de ese género que tanto nos gusta llamado americana, uno tenía muchas ganas de ver qué resultaba de su segundo trabajo, The Honeymoon, tras los acontecimientos intensos vividos por la banda.

La formación ha cambiado, incorporándose Maki Soto al bajo, segunda voz y coros soulful y a la guitarra Igotz Garamendi y ahí están, como siempre, Chus González , compositor, voz principal y guitarra, Pablo Gil a los teclados y Javier Santurde «Txangu» a la batería.

Un día no pude evitarlo y me acerqué al proceso de mezclas a los Estudios Gaua de Mungia  y a la primera de cambio o, mejor dicho, de auricular, vi que allí se había grabado algo muy grande.
¿Será la voz de engrudo y arena tan personal de Chus, con ese deje Rod Stewart tan soulero, raspado y nostálgico, será el tejido de órganos Hammond y pianos de Pablo Gil o quizás la sensación de Maki y sus call and response como si fuera P.P. Arnold con los Small Faces, los tambores clásicos y potentes de Txangu, la impresionante presencia de los órganos sixties y pianos eléctricos de Pablo o el clasicismo de Igotz acompañando con su guitarra como la brisa?  Respuesta: es todo el conjunto. El resultado me emociona sobremanera.
Observo una maduración magnífica en el sonido, el empaque, la profundidad, los matices que siguiendo la impronta copernicana de, digamos para referirnos, las canciones bonitas a la Jayhawks, lleva su sonido a otro nivel. Además y lo más importante es que esta Luna de Miel destila vida y verdad por todos sus costados.
Preciosa idea la de comenzar relatando el día de la boda para seguir con el viaje de novios, reales como la vida misma, propios de Chus y esa sensación curiosa de imaginar entre las descripciones en inglés las calles de Castro, los parajes verdes de esa Cantabria infinita y un menú con unas viandas que seguro no se correspondieron ni por el forro en calidad culinaria a las de los países del idioma cantado.

The Wedding Day, es con su lap steel – instrumento que le da magia a gran parte del disco- un medio tiempo de la casa esplendoroso y clásico instantáneo, perfecta para empezar el viaje. Flotas, abres la ventanilla del coche y tiras millas. El raise your cup again en comandita con Maki es escalofriante y  remata un número de patinaje artístico musical de primera.

Y sin poder respirar, tras la resaca de la fiesta pillamos el avión para irnos a un The Honeymoon por todas las ciudades de los U.S.A. más emblemáticas.Canción romántica a mil, a medio camino entre el sonido mercurial que se inventó Dylan con Al Cooper en 1965/1966 y su evolución setentera magníficamente decadente de los Faces más reposados. Una balada para enmarcar, drinking beers in Sausalito like Otis watching the bay...

Tras el chute de amor de estas dos gemas llega Mysterious Woman, más reposada, algo psicodélica pero en acordes muy Buffalo Springfield o Stephen Stills, un folk rock que va creciendo con ese deje Gilmouriano que a Chus tanto le gusta.  Escuchar a Maki detrás pone los pelos del brazo mirando al sol. En todo el disco.

Vuelta a la Rainy Day Music, al encanto etéreo de los Fleetwood Mac del Rumours, a coperniquear de lo lindo con la preciosérrima  Even Roses Die y te das cuenta de que el amigo Chus tiene algo especial para encontrar melodías que te hagan flotar y ese don tan escaso hay que aplaudirlo a rabiar. Con Fakeband y Bantastic Fand, tras este soberbio The Honeymoon, los castreños se colocan en la clasificación, como el equipo del Cholo, realizando hazañas desde la playa de Ostende.

Like I Do no disimula su aire más sinfónico y floydiano y destacan las guitarras y su aire de reflexión.

La que me tocó ver mezclar, de ahí la sonrisa al escucharla, es el homenaje a Luis, How We Miss You donde se canaliza a través del folk-soul el mejor de los recuerdos para mi amigo y siguen sonando compactos, como si estuvieran todos enamorados entre si, instrumentos y músicos, corazones y recuerdos. For You From You suena como un outtake del Animals.

Marca la recta final la esencial, quizás mi favorita Cheers To Those Days donde Chus agradece a sus padres darle su vida, en una localidad pequeña norteña, costera, con humildad, con orgullo. Buff me llega del todo. Una balada para enmarcar.

Y qué bien tocan en todo el disco y qué gozada de trabajo han hecho en Gaua.

Chus me contó que Big Star , un medio tiempo estupendo, es un homenaje a las bandas malditas como la de Chris Bell y Alex Chilton y ese elixir nos trae al recuerdo, con alguna arrancada de guitarras majestuosa.
Y el punto final con la más roquera Run Baby Run dedicada a su sobrino y que me recuerda a cosas del brit pop más épico y en concreto a un grupo favorito llamado Sunhouse cuyo Crazy On The Weekend desde aquí recomiendo.

Las lunas de miel terminan pero la mayoría se recuerdan como un cuento de hadas. Copernicus Dreams tienen la suya ya grabada. El esfuerzo y la pasión puesta siempre tiene premio y  en su caso se llama The Honeymoon.  

Copernicus Dreams representan el grupo de pueblo, de la furgo, con la sonrisa y las canciones siempre a cuestas, en definitiva, la vida.




Contacten con la banda para la adquisición de este imprescindible cd en este email: 


Copernicusdreams@live.com

Presentación del disco: este próximo sábado 8 de abril en Instituto Ataulfo Argenta de Castro Urdiales , 20:30 h.   Allí estaremos.


Un comentario

  1. No puedo estar el sábado, pèro estaré un poco en espíritu desde la distancia. Muchas ganas de agarrar el disco, en camino ya.
    Contando los minutos.
    Abrazos.

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