Críticas Discos Especiales

Somos muchos los que al pensar en términos «nuevaoleros», en su vertiente más ilustrada y mejor, nos vamos rápidamente a Lowe, Edmunds y derivados. A las inglaterras, vaya y por la gloria de la iglesia stiffera y similares. Pero, igualmente que también es historia, el monstruo también pegó con fuerza en la americas… Y, en dicho proceso, particularmente el primer y más importante nombre de banda que me ataca al occipucio a la hora de mentar a alguien es siempre lo mismo: los Parlantes Tarros del insigne señor Byrne.
Lo más sabido (en «a toda leña mode»)… Factoría  CBGB, donde comparten noches para la posteridad junto a Ramones, Blondie, Television, Patti Smith, Dead Boys y demás camarilla. Previamente Byrne, junto a  Chris Frantz y Tina Weymouth, ya han reclutado a Jerry Harrison de los Modern Lovers de Mr. Richman y, desde ahí : primer single, éxito moderado (pero reputación en crecimiento continuo para «la especializada»), cuatro discos de arranque del tirón que son historia y leyenda del medio (indebatible ello), directo insaltable de tres pares y, al fin, el disco que hoy nos ocupa… Y, antes de continuar, solo recalcar lo evidente que tratar de delimitar el estilo de la formación a etiquetas concretas o movimientos específicos (y aún contradiciendo parte de lo explicado hasta ahora) es darse contra un muro de forma tan gratuita como algo estúpida… Son new wave, si, pero también art-rock, college band (antes de la eclosión y expansión del concepto ya en los 80’s y en yanquilandia), afro beat, post-punk (o punk directamente, si les da por agarrar las guitarras), world music  y, para no alargar, hasta «zarzuela fusion» si la gana les da a uds… ¿Rock alternativo?. Permítanles que se descojonen un mucho estos cuatro, si.
La elección  del elepé de hoy en concreto, de tan reputada banda y para ésta su primera incursión exiliada en cuanto a studio albums, es por ser mi predilecto junto a «Fear of music», huir un poco del tópico del gran «Remain in light» (para muchos su reseña más famosa por ser la primera en «petarlo» en las bretañas y que supongo ya caerá por la casa en algún  momento) y su «una vez en la vida» y, finalmente, por parecerme la bisagra indispensable que diferencia y mejor hace asimilar las dos etapas de la formación (de la, póngamos, deconstrucción de formas inicial al abrazo pleno de la world music ya definitivo de los últimos trabajos -y todos recomendables en mayor o menor grado para mi, quede claro… si si, hasta el del mono y el de antes, de donde los Radiohead tomarán prestado el nombre-). Así, tras un primer lustro de gloria (en contenidos que no en reconocimientos masivos) sin pausa en el que coinciden (como ya menté y curiosamente) con la propuesta «ramonera» de cuatro studio albums con directo rematando, llega el momento de cotejar su tan particular propuesta con los apetitos que entonces se estilaban… Con conceptos como punk y new wave ya más que obsoletos para la crítica y ese monstruo de la Mtv emergiendo a lo burro («Thriller» y similares mediante), ¿queda alguien pues para seguir con la arriesgada apuesta de Byrne y asociados?… Pues si, oiga. Dios y la madre, en concreto. Ahí donde otras gentes cayeron en la repetición o el olvido, los Talking Heads siguieron vigentes y, para hacerlo más esquizoide todo, sumando más y más influencias, sonidos y registros a cada paso. Es por ello, en buena medida, que no debe relativizarse la importancia de su impronta en la historia colectiva de esto del rocanrol… Una banda que acabará alcanzando el estatus de «clásica» (y a quien no le molen se siente pero es lo que hay) pasando de absolutamente todo lo establecido en cada momento, durante más de una década de creatividad desbordante y, por supuesto, dejando una ristra de discos y canciones a atesorar hasta el fin… No todo es tan idílico, ni qué decir. No falta quien recuerda que, en su opinión (perfectamente respetable si educación media como siempre), al final se pierden un algo (o un mucho, según pareceres) en si mismos a pesar de la innegable calidad. No coincido, y para nada, pero el debate para quien lo quiera esta ahí. Y, ahora ya si, a por el disco que toca, claro.
«Speaking in tongues» tiene el honor de ser el disco que integra dos de los himnos/singles más populares de la formación: «Burning down the house» y «This must be the place (naive melody)». La primera y la última del lote respectivamente a las que, es posible, los fans más irredentos sumarían la también fantástica «Girlfriend is better» (y, particularmente,  se admite la moción sin problema, ok). Sin embargo, al tanto, es la variedad, lo diverso de la propuesta, sin perder nunca un ápice de lo vivaracho que se dispone, lo que me hace tan estimable el disco. Los teclados marcianos, la voz y forma de cantar de Byrne, ese lograr «hacer canciones» sin refugiarse en lo vacuo de las «texturas chanantes» que tanto gusta de siempre al elemento más gafapastil de importante parte de la prensa de mode… esa que vive más que nada por el embalaje que otra cosa, sin importarle que la caja esté vacia, que creo nos entendemos. «Burning down the house» es un oldie ochentero, o de cualquier otra década, y a qué más extenderse (reivindicar si acaso lo sugerente de su calma despedida en contrapunto a lo borbotónico de su invencible marchamo). Sigue «Making flippy floppy» que es como si le dieran un susto de muerte a Verlaine en el «1999» o en el «Sign’o’times» y que, particularmente, me parece casi tan cojonuda como la que precede… «everybody…» y ya la tenemos liada (bajazo de Tina Weymouth !)… «doctor doctor we have nothing in our pockets»… Qué se nos ponen funkies, y qué bandarra que és… «Girlfriend is better» vuelve con más guitarra y percusión pseudodance hasta que Byrne empieza a hacer lo suyo al micro. Y esos teclados de Harrison que van erosionando desde la nada para ir ya saludando con preaviso a la despedida de la naive melody y, por en medio a sumar, alguna jam extrarrestre improvisada y, sin más, que seguimos. «Slippery people«, nueva danza tribal con coros souleros en plena disco setentera de las de mostacho, pana, camisa floreada y coderas para esta gente resbaladiza… Raro, el que me/nos guste tanto -entiéndase-, aún sabiendo uno sobradamente lo que le espera con este personal (y que con tanto denuedo se va a buscar siempre ex profeso para más inri). La forma en que logran hilvanar los estilos y pasarse por el arco triunfal los prejuicios y manías del oyente es, y será siempre me temo, motivo de estudio (que además mira que los han imitado pero… nada, nada es bien bien lo mismo). Cierra la primera parte «I get wild/Wild gravity»  que nos acerca a su manera el dub de manual del que los Clash ya nos habían explicado alguna cosilla anteriormente y le pasa, ya que se ponen, una inesperada y apreciable capa reggae a traición al botín.
«Swamp» a medio camino del Bowie de «Scary monsters» y los Division menos crípticos -aunque sin dejar de generar cierta extraña inquietud-  hacen arrancar la segunda parte de la galleta con un medio tiempo mutante marca de fábrica que resulta, a su vez y por alguna razón que no acabo de lograr sintetizar, uno de los mejores momentos del disco para mi (creo al final que es por esa guitarrilla en medio de los «Hi hi hi hi hi», pero a saber, que sería limitar demasiado lo dispuesto, está claro). En «Moon rocks» uno se puede llegar a perder por la cantidad de información, de la mano con la desvergüenza (más que extravagancia) del grupo, pero es al verlo en perspectiva donde una repara por enésima en la enorme capacidad del grupo por dar sentido a lo que en apariencia, y solo en aparencia, puede sonar inconexo… Sí, seguramente es una buena manera de verlo: Talking Heads pican a la curiosidad por lo que parece directamente caos al principio, pero alcanzan la admiración cuando se descubren las matemáticas (insospechadas de primeras, frecuentemente) que hay detrás de su propuesta moviendo los hilos con precisión quirúrgica. «Pull up the roots» es la penúltima parada del viaje y la penúltima exhibición tras el micro del Sr. Byrne que a estas alturas ya ha decidido que no necesita respirar más y, por si fuera poco, se hace parte de las percusiones con la voz que total -qué difícil es siempre lo que hace este hombre, no lo intentemos en casa, desde luego-…Y, claro, ya lo de intentar averiguar por dónde coño puede tirar la canción en algunos momentos quedó claro que es perder vida de gratis y porqué sí (y bendecidos sean una vez más por -además- ello). Cerremos pues persianas con esta tan emblemática «This must be the place (naive melody)«, que lo mismo sirve para títulos de crédito de aquello de las «Armas de mujer», que para titular la peli esa tan mala de Sean Penn emulando a Robert Smith, que – y para no alargar- para escucharla hasta el fin de los tiempos al ser la puta adicción hecha canción… con casiotone ochentero en ristre para más narices. Todo un qué ello, faltaría.
Resumiendo: nueva demostración de personalidad, insobornable e inclasificable a la par, por parte de una legendaria banda que -quizá- no es para todos pero que, para quien sí lo sea,  no dejará de acompañarnos jamás ni acudiendo al hipnotista de guardia a fin de paliar la adicción… Nunca, jamás insisto, descuiden a los Talking Heads en sus recuentos de mejores bandas pues, ciertamente, la palabra «genio» se suele utilizar con una alegría y alevosidad acojonante en esto del rocanrol pero aquí, en esta ocasión y pensando en quien és la cabeza -parlante y pensante- mayor del cocido, guarden siempre su alegría que es buena cosa y faltaría… pero la alevosía no pinta absolutamente nada de nada. Inimitables y necesarios, de y para siempre sin olvidar que, cómo no, «el nombre de esta banda es Talking Heads».
 
Talking Heads – «Speaking in Tongues» (1983) : 9’5 / 10
01. Burning down the house/ 02. Making flippy floppy/ 03. Girlfriend is better/ 04. Slippery people/ 05. I get wild/Wild gravity/ 06. Swamp/ 07. Moon rocks/ 08. Pull up the roots/ 09. This must be the place (naive melody).

Por Guzz.

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3 comentarios

  1. Pues claro que sí Guzz, uma banda que uno no se puede saltar y un disco cojonudo éste del que hablas con tanto conocimiento. Al igual que tú, también me gusta lo que viene después, especialmente "Naked" o el del mono, si bien hay fans a los que no les hace gracia.

    Abrazo.

    1. Siempre magníficos y sanamente diferentes, Gonzalo. El rechazo, aunque que sea con la "boca pequeña", que a veces se da con "Naked" es algo que despista bastante, sin duda. No diré que es el termómetro para saber si alguien es fan/conocedor de la banda en realidad o solo de su decena de hits pero, con permiso y toda la humildad, algo de ello hay para mi… Su "pecado" es que aquí no metieron un single morrocotudo tipo "Love for sale" o "Wild wild life" del anterior (que a mi también me parece la leche y que igualmente infravalorado en algunos foros) pero, sin duda, es "la mierda de siempre" (entendiendo "mierda" como algo muy bueno aquí, claro) y el recelo, siempre en la opinión personal, no procede para aquellos que se nos alegra el día solo con las primeras notas de las "Don't worry about the government". "Life during wartime" y tantas otras.
      Abrazo guzzero !

  2. Banda inesquivable, sus cuatro primeros pepinazos son totales y tras el directo excelentes, este no es en cambio el que más he escuchado estos últimos años.
    Abrazo.

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