Críticas Discos Especiales

Estos dos tesoros son como el turrón en Navidad, te gusta ver que está ahí, en la bandeja de la casa de tu madre y aunque tu intención sea no probar bocado, al final siempre lo haces y te relames…

Mi cuento favorito tendrían que protagonizarlo cuatro brujitas: las hermanas canadienses Kate and Anna McGarrigle, Carmen Santonja y Gloria Van Aerssen. 
Y ya sólo me queda una viva, Anna. 

Gloría murió ayer, en su querida Cercedilla y por eso, estamos rotos y de luto riguroso.


Las cuatro se cayeron «al bote de mermelada» de pequeñas como Obelix al caldero pero en uno de mermelada casera, no de esa de la marca Hero superdulzona y que te hace a la mitad del tarro trozos imposibles de untar.

Estas dos parejas de ángeles nunca supieron de su existencia las unas de las otras y ahí está la magia del asunto y la causa de este tiro al plato a dos discos hermanos: sus propuestas y talento tienen muchísimos puntos en común. Hablamos de una telepatía transoceánica, de olor a galletas de mantequilla , buenas lecturas, mejores discos, películas de culto, artistas por los pasillos de casa, tolerancia máxima, libertad y todo del color de una colcha de patchwork. Eran hippies pero de verdad de la buena.

Hablamos del debut de las de Montreal y del último de las madrileñas, el del sello Elephant, el «En Familia»,  póstumo tras la muerte de Carmen y que para este escribiente es una Obra Maestra del calibre de otras más cacareadas.

Estos dos tesoros son como el turrón en Navidad, te gusta ver que está ahí, en la bandeja de la casa de tu madre y aunque tu intención sea no probar bocado, al final siempre lo haces y te relames.

Propongo desde este Exilio un experimento culinario-musical que nunca vais a olvidar: conseguir ambos discos y según suenan poneros «con las manos en la masa» como decía la celebre canción de las Vainica en la que participó Sabina.

Mientras cocinaís un bizcocho con nueces el domingo, poco a poco, y conforme el buen olor de la cocción de la mantequilla, el huevo y la harina inunde toda la casa, se producirá el efecto «como agua para chocolate» cayendo ipso-facto enamorados de manera incondicional de estas cuatro maravillosas señoras.

Un poquito de las de Montreal y otro de nuestras hippies modernas y castizas y os caeran del cielo toneladas de nostálgia de días antes de «reyes» frotando los zapatitos, de flotadores con cabeza de pato y bolsas de caramelos y pinturitas Alpino.

Las cuatro tuvieron claro su papel de madres, de madres protectoras pero pasadas de rosca, libertinas y libertarias, Jimmy Hendrix y Chopin, francés, inglés y castellano, utilizando el ganchillo para hacer vestiditos a las guitarras Fender, contando la tradición de la abuela con su toque irreverente. No se cortaron un pelo. Eran únicas, genuinas, eran dulces.

Y cuando me sumerjo en esos dos discos voy de la mano de Caperucita, de Blancanieves, del Oso Yogui y vuelvo a ser un niño. Y se me pone la piel, no de gallina, sino de borreguito y el corazón más blando que el fuamen.
Asocio el primer recuerdo de las Vainica con la movida madrileña, también entonces leí el nombre de Nick Drake en alguna entrevista de esos niños bien de Madrid que iban a Londres y compraban discos que aquí no existían. También a mis tías de Burgos, ambas solteras, ambas modistas, ambas entrañables, a sus caja de galletas de lunares azul añil de la Flor Burgalesa y al bloc de notas de la negrita del cacao colgado de la despensa. Hay días en los que quieres volver a su regazo, a esos años en los que estabas tan protegido en ese mundo que es , sin duda, vainiquero y mcgarriglero.
 
Carmen y Gloria estaban tan panchas en Cercedilla, a su bola, cocinando bizcochos.
Generando un fracaso que con el tiempo iba a ser un éxito, con su amateurismo militante y su negativa a la promoción cuando en realidad eran unas genios, si genios, he dicho bien, como Joni Mitchell.
Al igual que ellas , Kate y Anna, the same, en su querido Canada, tocaban el banjo y Kate estaba triste porque Loudon III le había dejado con una canción, un churumbel llamado Rufus y embarazada de una niña llamada Martha.
 
Me imagino a las cuatro poniendo los adornos de Navidad y sonando el piano y la familia a voces y me siento bien.
 
Me gustan todos sus discos y canciones que como el guadiana aparecen y desaparecen , sin embargo, si tengo que quedarme con uno de sus trabajos es con el último, En Familia por su equilibrio y porque contiene dos canciones por lo menos que me estremecen, que me hacen llorar. Lo mismo me sucede con el debut de las canandienses, paradoja.
También podría haber puesto Heliotropo, la verdad.
 
Y me gusta sumegirme en ellos en estos tiempos de desolación, de incertidumbre y de sentirse uno un poco inútil o desaprovechado como el gato de Polanski y con ellos hablar a solas con mis tías de Cercedilla y Montreal y que me enseñen, que me enseñen como buenas maestras que son.
 
Quiero con ellas volver a abrir la caja del Exin Castillos, comer galletas Maria con chocolate Dolca y que resuciten mis tías de Burgos, las de verdad, para que sigan viniendo del 21 de diciembre hasta pasados los Reyes Magos.
 
Imaginemos que Randy Newman tiene forma de pareja femenina, que el humor incisivo de una madre, la que tiene todo el conocimiento, se junta con unas armonías vocales que se entienden y que generan con su entramado un felpudo con el «Ongi Etorri».
 
Soñemos con aquello que nos dió el Ray Davies de los Kinks de las Soap Operas, pianos y melodías que te embargan los sentidos, besos hechos canciones, abrazos amables de tres minutos de los de Crosby, Still & Nash y estaremos en la longitud de onda de estos dos hermosos discos que han marcado y marcarán mi vida para siempre.
 
Porque en My Town estoy pillando el Ansa rumbo a ver la casa de mi abuela de Almirante Bonifaz y veo la Catedral de Burgos de refilón y sus agujas casi nevadas y esos muñequitos de los Gigantillos que me regalaron de Juguetería «Chapero» y ese olor al frío, quizás, también el morrete lo tenga pringado de un Chevalier y un sonoro lamparón en el jersey de rombos.
 
Y con Nana en Re me acordaré el día que mi ama me pareció negra en la oscuridad como Aretha pero era mi madre y no era el rey Baltasar y me puse a llorar porque los de Oriente no eran los padres; también de cuando me hace una manzanilla si tengo el estómago revuelto y lo que la quiero y lo mayor que está ya.
 
Si quiero ver el desastre que ha sido mi vida en cuanto a tomar la adecuada decisión para ganarme el jornal, escucho Jigsaw Puzzle of Life para ver que me pasa como al común de los mortales y su dulce acordeón me recuerda a la sonrisa de mi padre que, cuando venía del Tour porque era periodista de ciclismo, traía a su pequeño juguetes la mar de originales. Una vez me trajo un muñequito de cuerda que daba volteretas, mi padre con sus gafas de pasta como las que ahora llevo yo y que no se las ha podido ver a su hijo porque a mis doce años se marchó de este mundo. O también la desgarradora Go Leave para notar las ausencias, los agujeros del corazón, los amigos y seres queridos que se fueron.
 
O , por ejemplo,  el efecto que me produjo El paisaje cuando uno no era muy consciente de que era eso de ser padre: una angustia repentina que se convirtió en una especie de fortaleza para siempre. Protección, me decian mis Vainica, de eso te trataba, proteger esa sonrisa de por vida. Desayunamos, mi niño me pidió a Aretha, su muñeca negra, le estampó el bibe en la cabeza, nos reimos a carcajadas. Su madre se despertó y se me quemaron las tostadas, en la pradera azul, junto al mar.
 
Y si quiero describir el chisporroteo que producen los momentos de pasión desenfrenada, Chibiritas de Limón lo hace a la perfección. Son mis ojos chibiritas de limón. Y si tengo que decirte cual es la mejor canción en castellano de todos los tiempos, te diré que es Quiero Tu Nombre Olvidar que es puro Blood on The Tracks, Blue o Essence. Sudores me produce escucharla y más hoy sin Gloria.
 
Porque ya las canciones de Gloria y su voz, como pasa con las de Kate, no suenan igual, son tan amplias como el universo, aire de Sierra en el que respirar, y tan nítidas como las estrellas en verano y todos estos recuerdos.
 
Y entre medio y para no aburrir más, tenemos en un dos en uno, un tratado de las cosas que importan en estos cuatro días que son la existencia, incluso en un par de estrofas:
 
Reposar un rato
Respetar los ritos
Remendar los rotos
Reírse sin retintín
Recorrer las rutas
Retrepar los riscos
Remontar los rápidos
Relamer el regaliz
Sad and foolish that’s how I feel
Don’t you know how fortune favours few
Fortune’s blind as blind as you my dear
What a pity, oh foolish you
Loving you was good love was kind
I didn’t mind the payment’s overdue
For the price of loving is none too dear
As long as I’m with foolish you
Esta no es una reseña al uso, el propio encuentro con estos dos discos es totalmente personal, esto es un homenaje a una de mis cuatro brujitas favoritas, esas que se cayeron en un tarro de mermelada y en mi corazón para siempre. 

La familia no recibe, está rota pero agradece las muestras de agradecimiento y vuestros recuerdos para Gloria, dejadnos llorar con alegría.

Marcho que se me quema el bizcocho.

 

En Familia – Vainica Doble (2000) 

Chiribitas de limón / El ruido / El pintor /Don Marcial 
El museo /Dices que soy /El rey de la selva/ La vegetariana

Nana en re / La flor de la canalla
Quiero tu nombre olvidar/ El chalé /Página en blanco Chinita de Shangai/ Caballero medieval/ El paisaje




                                                                                      

Kate & Anne McGarrigle (1975)

Kiss and Say Goodbye/My Town
Blues in D/  Heart Like a Wheel
Foolish You/  (Talk to Me Of) Mendocino
Complainte Pour Ste-Catherine
Tell My Sister/ Swimming Song
Jigsaw Puzzle of Life / Go Leave
Travellin’ on for Jesus



8 comentarios

  1. Entrañable reseña y cálido homenaje. (Como siempre lo son todas las que escribes… aunque esta vez es aún más cálida y entrañable)
    Gracias por seguir escribiendo de música. Aprendemos así…

    Cuando me enteré de la triste noticia el pasado día 22 no me quedó más remedio que escribir algo de ellas, algo rápido, muy breve.
    (…si se me permite el enlace:
    https://quadernodenotas.wordpress.com/2015/10/22/una-lagrima-pequena-de-muchos-colores/)

  2. Que bonito Joserra, como las pinturillas Alpino, es verdad, ese no se que tan de toda la vida pero tan exclusivo, que llega tanbo dentro de su sencillez, nunca he sido conocedor a fondo de la obra de Vainica, ahora lo empezaba a ser y esta trajedia me las acerca más.
    Seguiremos viendo bandejas de turrones en las canciones de las hipis de verdad.
    Como siempre grande Joserra.
    Un abrazo.

    1. Addi somos de las Alpino, de los Bonys y Panteras Rosas cuando sabían ricos , de cromos de Panrico y de las Mirindas, somos de Vainica y las McGarrigle ( no te las pierdas , que este post tb es para ellas)
      Un abrazo y gracias por ser como eres.

  3. Qué grande todo, Joserra, yo también asocio en primer lugar las Vainica a una tía mía que en paz descanse, las ponía junto a Serrat y a otros mientras merendaba con mi primo y jugábamos a cromos de fútbol.
    En un altar bien sabes que tengo especialmente el “Heliotropo”, también “El tigre de Guadarrama”,… Concretamente “En familia” creo que nunca lo he escuchado. Mira tete, sin ser un fan desmedido de las Vainica las considero de lo más auténtico y genial que se ha parido por aquí a nivel musical y creo que un país que no valora como se merece a este dúo es una santa mierda, así como te lo digo, aquí priman los mamarrachos, los modernillos, los cool,… Hago mías las palabras de una institución en esto de la música como es Fernando Marquez el Zurdo de La Mode cuando murió Carmen, las Vainica son algo más serio, complejo y hermoso que un cruce entre Barbara Streisand y Gloria Fuertes dentro de ese afán reduccionista y falaz de viejas dicharacheras adoradas por mariquitas. Algunos más, tras la muerte de Gloria, se subirán ahora al carro, pero dudo mucho que se las valore en el futuro como se merecen a excepción de nosotros, los elegidos que siempre disfrutaremos de sus canciones, como de los bizcochos o de los recuerdos del primer amor. D.E.P. Gloria Van Aersen. Abrazos.

    1. Johnny es así , las Vainica son el turrón de navidad, son auténticas, son de la casa, son entrañables y a la vez fueron rompedoras, poéticas, castellanas, cálidas, en fin serán por siempre nuestras tías. Don´t forget Gloria, qué voz , por cierto!

  4. Nunca las tuve en cuenta, mejor dicho, mi camino nunca se cruzó con el suyo de manera tan perpendicular hasta que te conocí y me lo hiciste ver con la música que compartes, hasta entonces sólo por Sisa que siempre las tenía en boca, mira tu por donde, Sisa, otro artista como la copa de un pino que tampoco es nada recordado, si algún día devuelve su pop-galáctico a la galaxia seguro que le pasa lo misimo, Me gustaría apuntar que si que existe una joven generación de artistas que supieron ver su grandeza, como por ejemplo Pauline en la Playa, salvando todas las distancias claro. Pero de todos quienes conozco nunca nadie como tú las reivindicó ni un mínimo, nadie, eso habla mucho de lo falaz que es todo ésto a veces, aunque ahora ya no importa. Nos queda la música para los restos. Estos textos que nos regalas son trozos de amor a la música Joserra. Sé lo que significan para tí, un abrazo fuerte.

    1. Chals han influido muchísimo pero sin embargo, son como Cohen o Dylan, son diosas, suenan a ellas. Con esta entrada en realidad he refriteado mis recuerdos, bueno los he cocinado al horno. Es un poco personal, lo sé pero no se explicar a estas brujas mías de otra manera. Un abrazos a todos y gracias por comentar aunque estamos de luto riguroso.

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