Críticas Discos

Cielo gris y nublado, días lluviosos. Otoño ha llegado y con él mi melancolía anual. Mi tristeza supina sin razón alguna, mi alma apaleada y mi corazón descuajaringado. En esos momentos uno se refugia en lo suyos, se queda más de la cuenta en el hogar donde se siente seguro, donde recibe la calidez necesaria para volver a animarse. Y claro, me refugio en la música, en discos otoñales, de madera y bosque, de olor a musgo, de hojas caídas, de fuego chisporroteante en la lumbre. Ahí tenemos para arroparnos el fantástico disco de Lucinda, el maravilloso tesoro de Hiss Golden Messenger y por supuesto el precioso nuevo trabajo de Mike Farris que ha llegado a tiempo para iluminarnos a todos, para darnos calor, para abrazarnos y devolver la sonrisa a nuestras caras.

Farris resulta ser una estrella en la sombra. Este blanquito de Nashville-Tennessee tiene una voz prodigiosa por la que cualquier negro mataría. Pura magia, pura energía, pura pasión. La mejor voz masculina del momento? puede que sí. Desde 2007 con «Salvation Lights» Farris no entregaba nuevas canciones de estudio, así que nos tenía a todos en ascuas, con ganas de nuevo disco y al fin este 2014 nos lo ha presentado. Y bueno, no es que Farris haya estado encerrado componiendo pues de las 10 canciones que conforman el disco sólo dos son composiciones nuevas de Farris, el resto pertenecen al cancionero americano, al de raíces, al gospel y al soul, a la tradición negra de New Orleans. No nos importa porque las viejas canciones en manos de Farris suenan celestiales, suenan maravillosamente bellas, llenas de emotividad, llenas de verdad, de luz y amor. Suenan descomunales y no hay nada que objetar, estamos ante un mágico tesoro, un baúl repleto de melodías exquisitas, canciones de verdad, de esas que salen de las entrañas para dar luz y calor a nuestros corazones. Estoy enganchadísimo a este nuevo trabajo que para decir la verdad no aporta nada nuevo, no nos depara ninguna sorpresa, ni ningún as en la manga, eso sí, aporta calidad por doquier, y es de los pocos discos que consiguen levantar a uno del asiento esté donde esté, hay canciones maravillosas que te hacen cantar a lo gospel choir aunque sea en el comedor de casa. Joder, quiero ser negro!!! Os acordáis de aquella maravilla del Boss, aquel Seeger Sessions? pues esto vendría a ser eso pero en plan gospeliano, en plan soul de New Orleans. En plan aquí estoy yo, os lo haré pasar en grande, conseguiré levantar vuestro culos del asiento, que aplaudáis al ritmo de las canciones, que cantéis a pechopalomo, que volváis a sonreír pase lo que pase en vuestras vidas. Un chute de adrenalina…. luz para todo el mundo.

Suenan metales souleros para abrir el disco con «River Jordan» y joder, el hammond está en su salsa, es realmente acojonante, igual que la trompeta que se basta y se sobra para hacernos alucinar,  y hay hasta un solo de clarinete, toma ya!!!, la voz de Farris es algo celestial, algo increíble, algo indescriptible. El final gospeliano se apodera de nosotros, con la típica pregunta y respuesta que se canta con el corazón en un puño. Y es que la voz de Farris está aquí a la altura de los grandes, tiene la espiritualidad de Al Green, la potencia y sensibilidad de Picket, y como he leído por ahí tiene esa cualidad de rompernos en dos, como la de Richard Manuel, esto de las voces no es mío, no es cosecha propia, lo leí en algún sitio, no recuerdo donde, pero estoy totalmente de acuerdo con ello. Así que con esas referencias vocales no hay Dios que le tosa. Seguimos souleando que es gerundio con algo más de swing con «Jonah and the Whale«, y el puto hammond sigue haciendo de la suyas, yes it is, yes it is… Puro Stax, pura trempera, eterna y duradera. Entonces llega el pianito introductorio a lo Ray Charles, llega «Sparrow» para tirar abajo la puerta de nuestra alma, que nos lleva de Memphis a New Orleans por el camino de la pasión y el jazz  de los night clubs de los años treinta. Los primeros acordes de «Mercy Now» son espeluznantes, igual que la voz de Farris que aquí está de matrícula, paz eterna a la altura de la versión original de la señoranga Gauthier. «Real fine days» es una de las nuevas composiciones de Farris, que aporta energía, brío y nos ilumina a todos. Brutal. Su estribillo es increíble, los coros son una maravilla, soulful soulful….  «The lord will make a way somehow» se empeña en no dejarme poner mi culo en el asiento, siento la negritud en mi piel, muevo mis piernecicas, mi cuerpecico y mi cabeza se balancea a lo Stevie Wonder… no puedo parar, soy feliz, joder, necesitamos más discos de esta guisa. Qué final gospeliano, joder, Farris te amo, . Y bueno, la otra composición de Farris para este disco, «Power of love» que es una POM de principio a fin, me pone los pelos de punta, ritmo bluesoulero de inicio de ese que le gusta a mano lenta Clapton pero que no tiene la voz para entonar. La canción explota, la guitarra acaricia las notas, los metales arropan la melodía, el bajo mantiene todo en su sitio mientras el hammond juguetea…. La voz de Farris como en todo el disco es espectacular ya sé que me repito peor es que es algo descomunal. «Somethinhg keeps telling me» es una delicia soul, de esas que Otis bordaba. Seguimos con el soul por bandera, seguimos en la línea Otis con «How it feels to be free«, clásico soul, tema increíble, tema precioso donde el piano lleva las riendas. Temarro. Y cierra, de manera espectacular el gospelito de «This little thing» que nos deja con un buen sabor de boca tremendo, con unas ganas locas de volver a poner el disco. Sin duda, en el hogar nikochiano uno de los discos del año. Y nada más, bueno sí: This little light of mine, I’m gonna let it shine. Let it shine, let it shine, let it shine!!!

Mike Farris – «Shine for all the people» (2014)
9,2/10
01.- River Jordan/ 02.- Jonah & The Whale/ 03.- Sparrow/ 04.- Mercy Now/ 05.- Real Fine Day/ 06.- The Lord Will Make A Way Somehow/ 07.- Power Of Love/ 08.- Something Keeps Telling Me/ 09.- How It Feels To Be Free/ 10.- This Little Light.

*post aparecido originalmente en Nikochan Island por Nikochan


2 comentarios

  1. Magnífico artículo, my King. Se nota en cada palabra que sientes este disco y eso es muy grande, igual que se nota que Mike Farris siente e interpreta cada una de las composiciones del mismo. No te voy a decir que me ha decepcionado porque Mike Farris es un artista que no puede hacer malos discos, un tocado por una varita mágica en el alma, algo que no se puede decir de muchos, pero tenía puestas demasiadas expectativas en él, ya te digo que es de los que más esperaba de este año desde hace bastantes meses y no consigo conectar como tú, no sé los motivos exactos pero no me transmite las emociones del excelentísimo “Salvation lights”, quizás esperaba otra cosa tras tanto tiempo sin grabar, quizás la competencia de este año me impide valorarlo en su justa medida (precisamente como los otros que citas de Lucinda o His Golden Messenger que también me parecen buenos discos pero…), no lo sé, también pienso que para tantos años podía haberse aventurado a algo más arriesgado que muchas del cancionero tradicional o no sonar tan “clásico”, o quizás es que uno siempre fue muy fan de una de las mejores bandas infravaloradas de los noventa, los Screamin Cheetah Wheels y eso es lo que más le tira. Todo ello no me impide en entender que este disco puede calar a bastante gente o en felicitarte por tu artículo envuelto en el hogareño otoño. Recibe mi abrazo.

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