Críticas Discos

«…un lustro esperando… el décimo galletazo… y casi sin darnos cuenta hemos hecho un viaje por California para recordar, principalmente, lugares de los viejos tiempos que se fueron…»
Un lustro esperando. Esperando sin desesperar. La puerta solamente se quedó entornada. Sin una causa de fuerza mayor más pronto o más tarde volvería a abrirse, y con ello lo normal sería que, salvo catástrofe o raro estado de baja forma, apareciese esa magia rocanrolera de la chistera de los Cracker como solamente ellos saben hacer con absoluta regularidad.
Y abracadabra por fin la puerta se abrió en diciembre del 2014 con un ilusionante regalito prenavideño para los suficientes. Y esa brisa campestre tan saludable de los Cracker cruzó el umbral. Mis íntimos, e incluso bastantes de los que no son tanto, conocen mi auténtica devoción por esta banda, a la que considero (algunos me tildan de ‘exagerao’, cosa que asumo con dignidad) la más grande de los últimos 25 años por calidad y muy especialmente por la regularidad de un legado donde todas y cada una de sus obras, desde la “lata de sardinas” de 1992 hasta la última “Sunrise in the land of milk and honey” del 2009 circulan entre el notable alto, el sobresaliente o la matrícula de honor, algo de lo que pocos se pueden jactar en una discografía de largo recorrido y siempre teniendo en cuenta que esto es una opinión subjetiva sin ánimo de ser compartida.
Sea como fuere, subjetiva o no tanto, son esos argumentos del párrafo anterior los que me inducen a elucubrar de que estamos ante un ejemplo atípico de envejecimiento sin arrugarse gracias, quizás, a ese baño de leche pura sin conservantes ni edulcorantes, la de la vaca de hermosas e ingentes ubres que ha sido alimentada con la mejor hierba fresca de los prados. Porque yo cuando escucho a los Cracker me vienen siempre a la mente vacas pastando en laderas cántabras, estas cosas pasan sin consumir alucinógenos, tampoco hay que darle mayor importancia.
CRACKER - (2014) Berkeley to Bakersfield 2Berkeley to Bakersfield, el décimo galletazo de estos californianos, podría ser catalogado de álbum conceptual, con el mérito que tiene a estas alturas de la vida realizar un disco donde todos los tiros van en una misma dirección. Por ello, porque hemos tenido que esperar bastante tiempo y porque son los Cracker me parece de lujo que sea un disco doble, y lo dice alguien al que generalmente le agobian más de doce cortes en un mismo disco.
De Berkeley a Bakersfield, en líneas generales, se podría considerar también como un viaje de retorno a lugares, a vivencias y a sensaciones que tuvieron cierta importancia en la evolución de sus principales compositores, los señores David Lowery y Johnny Hickman. Hablamos de 444 kilómetros de distancia, de cuatro horas más o menos en coche de norte a sur, ubicándonos en la parte septentrional por debajo de Sacramento, la capital de California, y en la parte meridional algo más arriba de la ciudad californiana más poblada, Los Angeles.
Comenzar desde Berkeley, situada en la bahía de la ciudad de San Francisco, nos proporciona algunas claves del sonido de esta banda americana. No en vano es una ciudad de populares referencias musicales de punk-rock como por ejemplo Green Day, pero sobre todo por ser la región embrionaria de un gran clásico como es la Creedence Clearwater Revival, probablemente una de las referencias más influyentes de la banda que nos ocupa. El resultado de este cóctel es una música de bares donde las raíces americanas y el honky tonk tienen el principal protagonismo pero donde no se hace ascos a la actitud punk o a sonidos de rock alternativo. En definitiva, una especie de country-alt a la medida del sonido personal y carismático que los caracteriza.
Cierta actitud contestararia en la “zona Berkeley” se vislumbra en el tema que abre este trabajo, Torches and pitchforks, melodía que musicalmente podría evocar a Simon & Garfunkel pero que en realidad es una llamada a luchar en las calles, en los valles y donde haga falta contra los corruptos y contra los poderes fácticos que se aprovechan de la honestidad y buena fe de los ciudadanos, con un coro contagioso que induce a repetirlo una y otra vez: “so la da da, da da da da da da, la da da”.
La crítica mordaz continúa en March of the billionairesdonde nuevamente un estribillo pegajoso con ramalazos bolanianos oculta unos reproches irónicos, na na na y tres hurras por los millonarios, la misma mierda de siempre o su pobreza sería el progreso del resto. Con Beautiful, en cambio, nos encontramos el arrebato punk-rockero por antonomasia del disco donde las pistolas sexuales se lanzan a la calle, sencillamente porque ella es hermosa (y la canción también).
Y ese humor sarcástico que siempre encuentra algún momento adecuado reaparece. “El Comandante” es solamente una bolsa de hierba, me encanta como vocaliza Mr. Lowery en esta digna heredera de los mejores Camper van Beethoven. También en esa rica línea podría estar El Cerrito, brillante homenaje urbano a la ciudad donde se gestó la mítica Creedence de los hermanos Fogerty, localidad ubicada un poquillo más al norte de Berkeley y también en la bahía. Y de ahí al Metro de San Francisco, en Reaction, con una charla en el andén bien acompañada de desparpajo powerpopero con sabor setentero.
CRACKER - (2014) Berkeley to Bakersfield 3
Ya metidos en harina, ahora más hard-rockera, «You got yourself into this” no deja de lado el sonido marca de la casa tal y como sucede también en la metropolitanaLife in the big city. Y tras ella la primera grandísima perla a mi gusto de este trabajo, toda una declaración de amor que nos suena a tantas gloriosas canciones de los Cracker y que lleva por título Waited my whole life”. Con ella ya hemos recorrido la mitad del trayecto desde que salimos de Berkeley.
Avanzamos, vamos en la buena dirección. Entre campos de petróleo estamos en el desierto de California de la mano de Johnny Hickman y por eso, lógicamente, suena como suena California country boy, temazo country del copón bendito donde los haya. Cruzando campos de algodón unos maravillosos coros femeninos acompañan al chico que retorna a casa tras perder a su familia, proporcionando poderío a un tema como Almost grove antes de hacer parada en King of Bakersfield, quizás mi canción preferida de este discazo, un tema que apuesto recibiría la más calida bendición del gran Enrique Urquijo si llegase a sus oídos porque en cierto modo se halla en la frontera de sus “secretos” y de sus “problemas”.
Cogemos aire, hemos entrado a mi gusto en la mejor zona de este artefacto musical, la de la recta final. Desamor, qué bonitas son las canciones de Cracker en estas profundidades donde la botella no siempre sirve de ayuda debido a la mucha nostalgia por el amor perdido. Aquí, con Tonight i cross the border”,  uno que suscribe no puede evitar acordarse del antiguo impacto que le supuso aquella maravilla titulada “Big dipper”, una de las baladas más alucinantes de la vida, de la mía, esa que circulaba entre cigarrillos, referencias a Monterey o a Jack Kerouac en los tiempos de “la edad de oro”.
Ya queda menos trayecto. Con la fenomenal Get on down the road cualquier fan de Cracker sabe que estamos dispuestos a disfrutarlos hasta el final. Y en un atajo, o quizás en una senda paralela, se cuela I’m sorry baby, otra de mis preferidas, una de esas canciones que solamente podría ser de Cracker y donde Lowery explota todas sus virtudes, que no son pocas.
En este recorrido californiano hacemos una escapada ahora un poco más hacia el sur, a 265 kms. desde Bakersfield, hasta la ciudad de San Bernardino. Hemos cruzado Los Angeles y cual si estuviésemos en un rodeo Johnny Hickman vuelve a coger la sartén por el mango en The San Bernardino boy. Después el sonido Cracker, el puro y duro, el que nos toca tanto la fibra sensible regresa con When you come down, otra puta (o santa, a gusto del consumidor) maravilla.
Recalamos finalmente en Where have those days gone y casi sin darnos cuenta hemos hecho un viaje por California para recordar, principalmente, lugares de los viejos tiempos que se fueron. Podría ser California o podría ser… Se llaman Cracker, qué grandes, juro por mi sagrada satisfacción que siempre estaré agradecido a estas rodajas musicales que recorren las vidas, las ciudades y el pasado, en este caso lo que podría ser algo similar a la ruta de recuerdos de una panda de amigos que descubrieron a Cracker en sus inicios, que los convirtieron en su banda fetiche y que juntos se hicieron mayores a su compás. Está clarísimo, si tenemos que esperar cinco años más lo haremos, esperemos sin desesperar estar vivos y presentes en la próxima, ojalá siempre penúltima genialidad de los Cracker.

* Publicado originalmente en el siguiente enlace del Espacio Woodyjaggeriano.

CRACKER - (2014) Berkeley to Bakersfield

Cracker – Berkeley to Bakersfield (2014) – 9’7/10

Disco 1: 1. Torches and Pitchforks  / 2. March of the Billionaire / 3. Beautiful / 4. El Comandante / 5. El Cerrito / 6. Reaction / 7. You Got Yourself Into This / 8. Life in the Big City / 9. Waited My Whole Life
Disco 2: 1. California Country Boy / 2. Almond Grove / 3. King of Bakersfield / 4. Tonight I Cross the Border / 5. Get on Down the Road / 6. I’m Sorry Baby / 7. The San Bernardino Boy / 8. When You Come Down / 9. Where Have Those Days Gone




6 comentarios

  1. Después de darle dos escuchas a conciencia en 24 horas tengo que admitir que el disco es muy bueno, yo le pondría un 9,6 pero bueno ja ja…. Fuera coñas, es un disco muy bueno al que llego tarde, debo dedicarle más escuchas y seria precipitado ponerlo en mi lista en cualquier posición, precipitado e injusto pero con total seguridad dentro de unos meses lo nombraré en el grupo de mejores discos de la cosecha del 2014. Abrazos.

    1. Precipitado e injusto? Estás diciendo que es de lo mejorcito del año con diferencia y que te va a acompañar hasta el día del juicio final, y sabes que esta banda está a mucho más nivel que la gran mayoría de artistas del rock. Me estás diciendo que porque ha salido en diciembre y no lo has oído tanto es más justo darle cancha a otros muchos que no le llegan ni llegarán a la cintura nunca? Te puedo entender con lo de War on Drugs que no lo pongas porque no te entra y le has cogido manía pero esto sí que no lo comprendo. Te queda poco tiempo para meditar, my king. En fin, te querré igual. Recibe mi abrazo, crack-er-es.

  2. Este año voy a hacer una excepción, este fin de seana será intensivo con dos discos, y uno es este, por tu influencia, serán dos viejas glorias que han hecho buenos discos quienes queden fuera, pero ojo, este disco tiene que poseerme para que cometa tal atrocidad listera. Como ya te comenté, considero a David Lowery uno de los mejores cantautores americanos de los últimos tiempos. Y John Hickman un grandísimo guitarra no muy tenido en cuenta. Al loro, gran reseña. El 24 hablamos
    Saludos my mestrefriend

    1. Ok, company, ya me dirás. Sinceramente creo que Cracker han vuelto a lo grande y este disco lo ubicaría entre el tercero y cuarto de una discografía impresionante como pocas. Abraçada.

    1. Passion of Cracker, tete, ya lo sabes. Aquello que dijiste de que quizás sea la única POM del año no te digo que no. Molaría que organizasemos un viaje californiano, sería la bomba. Imagina con una Ford Econoline del Profeta rulando por allí.

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