Especiales Críticas Discos

Let It Be es uno de los cuatro primeros discos de los que tengo consciencia cristalina de tocar con mis manos y escuchar con mucha atención y de manera repetida en mi paso a la adolescencia (los otros 3 son el Bat/Hiru de Mikel Laboa, el Desire de Bob Dylan y el Harvest de Neil Young)
En concreto, el de los Beatles, lo alternabamos con el Harvest de Neil Young todas las mediodias, de lunes a viernes, en la casa de mi madrina, cuando me quedaba allí a comer por estar mi casa algo lejos del cole.
Me lo ponía Marisita, su hija, algo mayor que yo, mientras jugabamos al parchis, seguramente los días pares, en un precioso plato Dual , de base de madera, con retroceso y caida para singles.
De ambos álbumes me alucinaba y alucina su sonido: cálido, orgánico, preciso y especial y que de ellos emanaba un tipo de tristeza misteriosa que luego supe descifrarla pero que, por entonces, sólo asociaba con perdidas de paraguas, pagas para comprar discos y salidas precipitadas para llegar a tiempo a las clases de tarde, dejándo casi siempre la otra cara por escuchar.
Era un rato especial, tengo un recuerdo mágico, también de tocar sus portadas y percibir las texturas del cartón maquillado bien fuera con brillos en negro azabache (Let It Be) o de amarillo agrietado y envejecido (Harvest)
Los toco ahora y siento todo aquello, los huelo y no me hace falta pincharlos, me los sé mejor que de memoria, by heart.
Entonces, uno no sabía de los desprecios a George, ni de que este hubiera dicho que si, sin reservas a sus queridos The Band si le hubieran echado los tejos, ni de la contrarevolución de la Big Pink, ni de la vuelta a la Village Green de los artistas que ya lo habian conseguido todo en listas de ventas y estaban ya de vuelta.
Tampoco conocía que pusieron una cama a Yoko en el estudio de Abbey Road por exigencias de John y que ya casi , entre ellos, ni se miraban a la cara.
A mi todo me sonaba y suena a amistad, de esa que no se rompe nunca, a hogar bien avenido, quizás por ese sonido que producía una habitación plenamente forrada de armarios de madera noble y moqueta mullida pero ciertamente había algo que no encajaba, algo misterioso cuando llegas virgen al Let It Be.
El caso es que por esa u otras razones derivadas de la larga y tortuosa vida, desde conocer a Big Star a los palos que te da en el día a día, si me venis a robar a casa la caja con todos los discos del mejor grupo de todos los tiempos (Un notario, Paco, hombre de ninguna parte , lo he dicho, que lo eleven a escritura pública) y me dejais quedarme sólo con uno: sería el Let It Be.
Quiero tratar de encontrar las razones del por qué de este amor , independientes a la ya expuesta, ya de por si demasiado poderosa- y os pido ayuda, conociendo mis gustos.
Suena a cabaña, suena laid-back, americanizado, muy dislocado, campa a sus anchas la improvisación y está más cerca del primero de Bon Iver o del mítico de Bobby Charles que de sus propias cotas inalcanzables del pasado y del futuro (Abbey Road o su canto de cisne monumental y definitivo, practicamente coetáneos pero nada que ver)
Es en su estigma de cajón de sastre y de patito feo donde radica toda su grandeza. ¿Un disco con una canción como Let it Be puede pasarse por alto? Aunque lo demás fueran desechos tendría un sobresaliente.
Otra razón es que Billy Preston is the answer, él hizo de pegamento de la copa rota y dotó de un paisaje soul a los vientos ya de por si huracanados de los cuatro de Liverpool.
Y luego tenemos la ternura de los parches de Ringo que parecia tratar de sobrevivir ante semejante desaguisado. El caso es que, sin quererlo, mandando las maquetas de un lado para otro, los tipos inventaron también los setenta antes de separarse, incluso el ser hipster, no hace falta más que ver sus encantadoras pintas.



Tras introducir John la side one con una de sus cómicas proclamas, comienza con una gloria de armonias ala Everly Brothers: Two Of Us.
A mi de chaval me sonaba a vaqueros enamorados y a una melodía que crepitaba como las ascuas de la chimenea de la casa de Frías en semana santa.
Lo cierto es que oirles cantar así a los dos gallos del corral es una delicia. Sonido: americano pero con ese acento del noroeste de Inglaterra, tienen que ser los Beatles. Parece que ensayen pero el resultado es de una genialidad tal que lo hace a todo parecido al White Album pero hundido todavía más en la tristeza. Going Home es su última frase y es lo que trataban de buscar, volver a sus comienzos pero eso era imposible, para volver al hogar hay que quererse.
Dig A Pony es puro soul britania y su desarrollo un primor a seguir. Material 100% John Lennon de primera, con esa guitarra inmensa de George y esas altos uhhhhhh y because de Paul que erizan el vello de los brazos. Me encantaba seguir las guitarras y redobles mientras compensaba con una comida de ficha, lo lento que iba mi dado en la partida. Cuando pongo Let It Be , me gusta gritar todas sus estrofas, causa ataques de euforia.
Tras ese momento rock and soul, llega como si fuera un beso, la que para un servidor es una de las mejores composiciones de Lennon, Across The Universe. Y como soy de cuerdas, por favor no me quiten el arreglo del chalado de Phil Spector. Así jugaba yo al parchis y así quiero seguir jugando. Si bien, esta obra maestra, hasta tocada con txalaparta me convencería y la versión desnuda del Anthology circa White Album me alucina, el Let it Be no lo concibo desnudo porque lo conocí bien vestido.
Esta especie de oración de aire totalmente eastern es uno de las razones para prometer amor eterno a esta caja de hilos que es Let It Be, más influyente de lo que la gente se cree.
Le llega el turno a George y al alma soul del album, Billy Preston, quinto Beatle con sus hermosos Hammonds y ya no sabes si estás en Londres o en Harlem. I Me Mine es puro rock and roll y uno la goza. Los arreglos de Spector en las estrofas son sublimes y para nada le quitan garra, let it be.
Tras el desvarie de Dig It, llega una de las tres o cuatro ocasiones en que el alma blanca ha compuesto gospel afroamericano de oro, disfrazado de música popular, como el puente de aguas turbulentas.
Let It Be , la canción, es tan grande como el firmamento y me voy a comulgar por los pasillos laterales con ella. Paul canta como un ángel y ojo a la bateria de Ringo, al sonido de sus platillos, a su laid-back sound, fundamental.
Todos están tan enchufados a algo tan espiritual que es muy difícil explicar.Sólo cabe hacerles una reverencia que te destroce las cervicales. Aretha tiene su versión, está todo dicho.
Maggie Mae es sólo para demostrar que ellos también erean expertos en basement tapes y en sacar de una idea tonta un final que rebaje intensidades del calibre del milagro que le precede. Fin de la Cara A.
Los 15 minutos pasados de la cara B, sus cinco canciones, con el remanso del largo y tortuoso camino, son pura lonja, puro tejado de la Apple, puro sonido puro. Me vuelve loco la cara B.
Porque I´ve Got a Feeling es volver a tener a ambos genios en comandita y a pleno pulmón aunque fuera con overdubs (qué gran canción) y One After 909 es volver a Hamburgo o a la Caverna, a Chuck Berry y a Elvis y te mueven como a una marioneta.
Para reflexionar The Long & Winding Road con su arreglo delicioso a lo Carpenters o B.S.O. cutre americana, encantador, no me lo quiten tampoco por dios que éste es mi Let It Be. Las líneas melódicas son sobresalientes, Macca estaba lleno de duende y canción.Bellísima.
For You Blue, el segundo tema de Harrison de su cartilla de racionamiento injusto, considerado siempre menor, a mi me chifla por su aire entre Jug Band y hawaiano, digno de los Lovin´ Spoonful y su voz dulce como la miel con todo su groove.
Sweet Loretta…oh my sweet Loretta, la que le iba a dar título en un principio a este disco de parto tan doloroso, Get Back, es uno de sus cuatro pilares, donde su opción por volver a ser una jam band de sábado noche alcanza su máximo esplendor, donde el soul de la Stax ( el gotta , gotta, gotta de Otis) se mezcla con toda la tradición Teddy Boy. Perla de los cantes de ida y vuelta. Monumento vocal de Paul, actuación estelar de Preston que prende la vela y lo lleva todo de vuelta a la Iglesia.
Let It Be junto a What´s Going On de Marvin Gaye, marcó el inicio de los setenta, ya, a partir de entonces , todo portaría un halo de cinismo y de bella tristeza.
Let it Be tiene y tendrá siempre-mirad su portada- un recuerdo a partida de parchis de mediodia. Es media hora que pasa en cinco minutos, que vuela, que no cansa, que es eterna, siempre quieres volver a ella. Y si hubiera incluido Don´t Let Me Down, craso error elimiarla del set, hubiera sido como meter la última ficha en casa con el número justo, otro definitivo 10.

¿Y no es siempre encantandor pensar que fuera el último disco editado por ellos no siendo el último que grabaron?


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