Críticas Discos Especiales

«Con Born To Run establecí una serie de valores. Una serie de ideas intangibles como la fe y la esperanza, la creencia en la amistad y un día mejor. Pero no conoces el valor de esas ideas hasta que las pones a prueba. Me pasaron tantas cosas de golpe que me tuve que concentrar en mi música y no hacer caso a la prensa y el juicio con mi manager. Siempre creí que si la música era buena, conseguiría sobrevivir. Pero si me salía mal, sería el fin de todo.» Bruce Springsteen 1984, People Magazine.

Quien me conozca un mínimo sabrá de sobra que Bruce Springsteen supone para mí algo más que uno de mis artistas favoritos, su música ha sido lo suficientemente importante como para verle en determinados momentos como a un padre adoptivo. Con los años entendí que no era yo tan especial como creía, más bien su música siempre tuvo la facultad inspiradora y tan familiar que tanto significó para tantos jóvenes como yo. Ahora soy más como él, un padre que quiere ser igual de inspirador para su hijo, cosa que no quita que le continúe viendo con la misma familiaridad, toda la vida se lo agradeceré y nunca le perderé el respeto. Ya sé que son esas cosas que pensamos los locos que no podemos vivir sin música, pero es así y cuando paso las páginas de este album de fotos familiar surgen instantáneas que reviven ese sentimiento paterno-filial. Hace unos días fue su aniversario, y yo que no soy muy dado a vivir pegado al calendario a la espera del panegírico de turno, si que siento la necesidad año tras año de escribirle una carta, un agradecimiento, un algo. Born To Run es una de esas instantáneas del album de fotos, y éste mi agredecimiento.
Aún conservo la edición española en vinilo que lleva la inscripción «no.uno en usa» debajo del mástil de la fender de Bruce, esta modificación impresa en la portada original podría significar un gran agravio para el coleccionista medio, pero lo compensaban unas traducciones a cargo de Diego A. Manrique (genuflexión) que durante muchos años fueron mi biblia y el complemento perfecto que me ayudó a descifrar todo un mundo, un escaparate donde la escapada era factible, la vida asomaba en constante movimiento ante mis ojos como una huida hacia adelante y donde volver la vista atrás podía significar el hundimiento, unas imágenes tan reales que desde el primer verso cuando se cierra la verja de golpe, no solo a Mary, a quien escuchaba se le ofrece también una nueva oportunidad. Ese golpe de verja aún resuena como un fuerte latido, otro camino posible, es romper con todo lo establecido y tomado como correcto, y que seguramente no lo es tanto como creímos, el precio a pagar podría llegar a ser alto pero a la vez sencillo de materializar. Como dice Springsteen se trata de poner a prueba todos esos valores que recogimos por el camino, la fe, la dignidad, el amor, la amistad, llevarlo todo al límite, saber si son verdad, si existen o simplemente es otra de las patrañas que nos enseñaron en la escuela de manera mecánica para no salirnos del rebaño, y bien sabéis que cuando uno se encuentra o ha encontrado así, solo, en algún momento ante las encrucijadas que la vida nos guarda, esos valores deben ser más que transparentes allá donde se reflejen, aunque eso pueda significar la soledad, o en el mejor de los casos la amistad y el amor verdadero.
Yo sé que habréis leído en infinidad de ocasiones que Born To Run rezuma juventud y que está impregnado del calentón del momento, pero no se trata sólo de ser joven, se trata de recuperar la ilusión y la dignidad de la propia vida, cada cual a su ritmo, algunos tardan en despertar, otros quedaron en el intento, estamos los que no paramos de correr y también están los que obnubilados por el miedo ni tan siquiera lo intentan. En el caso de Springsteen su ritmo se aceleró el mismo año que mi madre me arrojó al mundo. ¿Cosas del destino? no creo, pero hay días que me gusta creer que hay magia en la noche.
Vale que en determinados momentos las dificultades a veces parecen insalvables. Imaginad. Una joven promesa, aclamado nuevo Dylan pero con dos fracasos comerciales en su haber, con su máximo apoyo en la discográfica, Clives Davis, en la puta calle, por si fuera poco después de séis meses grabando una sola canción, su banda empieza a desintegrarse, fue un duro golpe perder a David Sancious y a Ernest Carter porque fue como perder el toque jazzy que tanto gustaba a la crítica. Y la compañía que miraba de reojo a la futura promesa del r’n’r por no serlo tanto en la gráfica de beneficios, se acercaba el momento de cortar el grifo. Pero la joven promesa siguió adelante con la determinación de alcanzar su meta y no rendirse jamás, y es que a veces parece que cuando haces las cosas con convencimiento y pasión, los engranajes giran a tu favor, podéis llamarlo magia, puede decirse «currarselo» mejor, o como queráis, por suerte Bruce tenía un manager que además de tener pocos escrúpulos creía en él ciegamente, en él y en los ingresos que podía generarle, consiguió con una ingeniosa argucia hacer sonar la canción por las radios forzando al sello a renovar el contrato de su ahijado, ya sabéis que por aquel entonces la autoedición era ciencia ficción y tener contrato era primordial si querías llegar a alguna parte. Mike Appel era sagaz, también en poco tiempo facilitó los dos recambios para la banda, una pequeña ovación merecería Mike Appel porque puede que sin él, Springsteen habría quedado sin la posibilidad de crecer como lo hizo.
Y llegó Max Weinberg que no tenía la misma técnica que su predecesor, es más, nunca pudo reproducir su parte de batería en Born To Run en los directos, pero tenía arrojo y la precisión de un metrónomo, junto a Garry Tallent formaban una sección rítmica perfecta para llevar a cabo la contención necesaria que Bruce Springsteen andaba buscando. En cambio Roy Bittan dió un carácter cinematográfico al sonido, sus arreglos y más concretamente las introducciones te meten en una especie de duerme-vela, como una nana, dotó de una mayor complejidad y profundidad al desarrollo de aquellas historias, a mi entender en sus manos nace gran parte del carácter del disco, junto a Clarence Clemons por supuesto, que paseó su saxo noctámbulo por la jungla de asfalto, pintando la noche y dando luz a las farolas de los callejones. El piano y el saxo. El corazón y el alma. Si Bittan era la liturgia, Clarence la religión. No olvidemos a Steve Van Zandt que puso el sello Stax a los arreglos de viento de los hermanos Brecker, un contrapeso terrenal al misticismo de tal epopeya urbana. Y Landau que además de la reseña de marras llevó a la banda a la Record Plant más preparada técnicamente, e indujo a Bruce para que sus canciones sonaran más claras y simples, surgió la complicidad y en aquel momento Bruce empezó a depositar su confianza en él, hasta el día de hoy.
Bruce descubrió la verdadera grandeza del rock’n’roll en las noches que pasaba en su casa de Long Branch, poco a poco fue dejando los días de blues progresivo atrás sumergiéndose cada noche en sus discos de Roy Orbison, los Beach Boys, las Ronettes y todos aquellos grupos de los 60 a los que nunca había prestado demasiada atención. El sonido de los pioneros formaron la idea en su cabeza de hacer el disco de rock’n’roll definitivo. Intercambió los carácteres pintorescos y locales de Asbury Park por personajes más universales que podrían ser de cualquier sitio, vecinos tuyos, yo, tu mismo, partió su carrera en dos con un repertorio insuperable.
La apertura es antológica, Thunder Road es la puerta de entrada, la invitación a huir de la soledad, una declaración de intenciones que sin que te des cuenta te mete en la historia y te hace partícipe de ella, es romanticismo exacerbado tan necesario para los días que corren. 

Tenth Avenue Freeze Out es la celebración de la amistad en toda su gloria, festiva y Stax, esta tonada puede escucharse en la mirada de complicidad que pilló Eric Meola en la portada, grandiosa.

Night es la escapada a corto plazo que te ofrece la noche, el alivio más directo que pueda encontrar un alma cuando huye de la dura jornada diaria, es rítmica, tensa y vivaz, ansiosa, suena a viernes cinco minutos antes de salir del curro, a esa sonrisa pícara y paranoica por saber que aunque mañana volverás al tajo, queda toda la noche por delante.  

Backstreets es sangrante y realista, es el contrapunto oscuro a la consigna positiva de Born To Run, la lucha diaria contra la resignación de la vida en los callejones, y la heroicidad empañada de cruda realidad donde sólo la amistad verdadera puede resultar decisiva para no caer al abismo. 

La cara B abre con la canción que salvó su carrera, Born To Run es el espítiru del disco, el empujón violento y visceral necesario para dar el primer paso sin mirar atrás, su sonido es el de una locomotora apunto de descarrilar, me es imposible escucharla sin tener que contener mi pie del acelerador.

Con el mismo feeling rítmico del Mona de Bo Didley, She’s The One nos trae la lujuría carnal, el amor se vive en el filo de la ruptura y se consuma en un polvo intenso y apasionado.

Y Meeting Across the River tiene una de las intros más hermosas del disco, los arreglos convierten esta historia de perdedores y trapicheos en los bajos fondos en una fábula mágica donde estos protagonistas al borde de la indigencia nunca mueren, simplemente se desvanecen en la oscuridad del callejón, mágica.

Cierra  Jungleland, buf, la jungla es monumental, afirmo sin miedo que pocos discos hay en el rock que terminen tan arriba, y el momento clave donde Clarence fue capaz de contener en su solo toda clase de emociones, soledad, amistad, fe, resistencia, nostálgia, esperanza, esa intensidad que puede llegar a significar la salvación para quien perdió la fe en un mañana, consiguie que las ruedas se conviertan en alas y sus tonadas en el alma de cada canción, aquí Clarence Clemons nos dejó partes de si mismo en cada nota, don’t forget Clarence, este solo es el momento más mágico de todo el disco, el que cierra el círculo mirando al horizonte rojizo a punto de amanecer, un final en la cima de tal antológica epopeya de rock’n’roll.

Estas canciones tienen vida propia, cada una por separado y al mismo tiempo en su conjunto interactúan y dialogan unas con otras, los personajes podrían ser todos el mismo, escapadas aparentemente físicas pero que realmente plantéan huídas existenciales y siempre hacia adelante, ahora escucho Born to Run, y oh, gloria bendita! teniéndolo todo en contra… ¿Como lo hizo? Todo es posible si lo haces con pasión y determinación, una afirmación a tener en cuenta en estos tiempos convulsos, es necesario no dejarse amedrentar, y preciso no perder nunca el empuje que esta obra magna del rock’n’roll tiene impresa en cada verso. Un 10.

  
Bruce Springsteen – Born To Run (1975) 10/10
Cara A: 1.- Thunder Road / 2.- Tenth Avenue Freeze Out / 3.- Night / 4.- Backstreets // Cara B: 1.- Born To Run / 2.- She’s The One / 3.- Meeting Across the River / 4.- Jungleland

el plano siempre abierto en modo gatefold

grande Eric Meola


9 comentarios

  1. Mentira Chals, no es un 10, es un 47 lo mismo que tu entrada. Abrazo guzzero.
    Pd. ¿Te he comentado ya alguna vez que esta disco tiene mi final de disco favorito de all the times, verdad?

    1. Si, la verdad es que un par de veces me lo has dicho, también recuerdo aquel glorioso post sobre las mejores canciones de la historia cerrando discos, fantástica, yo le daba el 47 también. Gracias y saludos

  2. Un 10 absoluto y una emoción escrita perfecta. En los callejones hasta el final Chals, qué belleza tiene este disco , qué empuje, qué integridad.Yo creo que es de Matricula de Honor.Me gusta esa visión de puro cine que tiene y que bien describes, forma parte de nuestros sueños de libertad, es algo a lo que hay que acudir siempre para no olvidarse de donde venimos.Me ha encantado esta entrada, eso es BTR, un podemos real e individual más potente que todo.Un tratado sobre la amistad verdadera, profunda, esa que no falla. Zorionak a ti y a Bruce.

    1. Se dice eso de uno de los mejores discos de r'n'r, que lo es, pero es más una banda sonora romántica, el 'west side story' sin edulcorante, ya sabes que si de algo me sale hablar así es con Bruce Springsteen, me gusta como trata esos valores de los que habla, en su momento me compensó lo que tenía que compensarme. Saludos Joserra y gracias.

    1. Vamos Bernardo, no seas así, ¿lo dices en serio?, vale, darkness también es pom, por supuesto, y bien es verdad que Night nunca entraría en las listas de las mejores canciones de Bruce, aunque hoy por hoy no podría entender Born To Run sin ella, descontextualizada puede que no, pero en el disco casa a la perfección, humildemente pienso. Saludos y gracias por pasar.

  3. Pues si, ¿verdad Chals? Hemos mamado tanto del jefe y este disco que lo trasladaremos a futuras generaciones en la medida de lo posible. Para mi es su mejor disco, de los muchos buenos que tiene, pero si me dan a elegir… con ese final que tiene después de haberte endulzado los oídos… además Clarence Clemons en este álbum es Diossss.

    Bravo Don Chals.

    Abrazos truferos.

    1. Para mi desde Born to run hasta nebraska es el 10, BITUSA aun es un 9, pero si, este disco es el que mejor puede encastar en una lista de mejores discos del rock, el disco a tener. Gracias por pasar, saludos Savoy

  4. Maravillosa entrada, y es que como dices Bruce ha oficiado de algo más que ídolo rockero de masas para muchos llegando a ser un mentor, tantas horas escuchando los primeros discos de Bruce en los ochenta que casi he compartido parte de mi vida con el, aprendiendo de cada nota y palabra que escuchaba.
    Enhorabuena por esta gran reseña.
    Abrazo.

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