Críticas Discos Especiales



“No me gusta la idea de que gente que no sea adolescente haga discos. Los adolescentes hacen los mejores discos. Salvo Paul Simon. Salvo «Graceland». Él ha tocado una nueva tecla aquí y pese a que está escribiendo para la gente de su edad, ese disco es algo nuevo”. (Joe Strummer, 1988)

Si un tipo como Joe Strummer dijo estas palabras en 1988, cuando su futuro era incierto después de dejar The Clash, pues ya está dicho todo, o no. Seré sincero con vosotros, si me hiciesen elegir un top-ten de mis cantantes/compositores favoritos, de los mejores, de aquellos que no puedo dejar de amar, de necesitar como el aire que respiro sin duda Paul Simon estaría en lo más alto de esa lista. Un pequeño gran genio, y claro está, el disco del que hoy os vengo hablar está entre mis favoritos del Universo. «Graceland» es un clásico nikochiano, siempre recurro a él, es magistral, único, bello, definitivo, especial, mágico… Y Paul Simon un genio al que se le debería reconocer más su valía, ya sea con Garfunkel o en solitario. Y aquí, hoy, en el Exilio, pondremos las cosas en su sitio.

Simon conoció a Garfunkel en el colegio, grabaron cositas bajo el infantil nombre de «Tom and Jerry» y luego se separaron al ir a la Universidad. Allí Simon se encontró con Carole King e hicieron muy buenas migas, de ella aprendió a perfeccionar el arte de la composición y sin éxito intentó una vez tras otra despegar con una carrera en solitario, pero no pudo ser. En 1963 vuelve a coincidir con Art y el resto de la historia ya la conocéis: «Wednesday Morning 3AM» (1964), «The Sound of silence» (1965), «Parsley, Sage, Rosemary and Thyme» (1966), «The Graduate» y «Bookends» de 1968, su requetePOM «Bridge over trouble water» de 1970 y ese maravilloso «Concert in the Park», grandioso, eterno, único que ponía punto final con alguna que otra tensión al mejor dúo de folk de la historia. Magia, magia, magia… Paul Simon se toma un descanso, entiéndase como descanso en el caso de un genio como él, estar creando melodías perfectas en la intimidad que verían la luz en 1972 con su primer álbum en solitario llamado simplemente Paul Simon. Sí, el del gorrito de esquimal. Sí el de «Mother and Child reunion», el de «Duncan», el de «Me and Julio», «Peace like a river» y «Hobo’s Blues». La leche!, qué disco. Pero claro, ya hemos despegado, ya estamos en la grandísima carrera de Simon, a eso le siguió un éxito tras otro: mi adorado «There goes rhyming Simon» (73), el delicioso «Still crazy after old theses years» (75) y el genial «Hearts and bones» (83)… se enfrascó en la gira promocional, se casó con la princesa Leia (sí, con Carrie Fisher!!!) terminando así esos años extraños que empezaron con su actuación en Annie Hall de Woody Allen y acabó con la comentada boda. Volviendo a la música…, está claro que a Simon siempre le gustó la música de otras culturas y pueblos, allí están esas pequeñas pinceladas en Duncan, The Boxer, El cóndor pasa… , también en «Mother and child reunion», en «Loves me like a rock.»…. y más adelante en discos como»The rhythm of the Saints» (90) o «Songs from the Capeman» (97) pero antes llegó algo, algo para lo que el mundo no estaba preparado. Hay un antes y un después de «Graceland». Para el mundo, para sus habitantes, para África y su música. Lo que sucedió en 1986 simplemente es irrepetible, pura magia. Estamos ante sino el mejor, uno de los 5 mejores discos de la década de los ochenta. Estamos ante algo sin precedentes, algo genial, algo de verdad, algo de una calidad, belleza y sensibilidad abrumadoras. Estamos ante dos culturas dándose un grandísimo abrazo. Estamos ante el mejor disco de «Paul Simon» que se dice pronto. Una grandísima POM.

La amiga y cantautora Heidi Berg quién acabó encabezando la lista de agradecimientos en «Graceland» le pasó a Paul una cinta titulada “Accordion jive hits No.2″ (sí, hablamos de cintas pues eran otros tiempos, no existía internet, ni los mp3… esa era la manera «ilegal» de compartir de entonces), en esa cinta había música de The Boboyo Boys Band, formado por Ray Phiri y de Joseph Shabalala de Ladysmith Black Mambazo. Ahora podríamos imaginar a Simon con el gigantesco walkman de entonces y unos auriculares grandiosos escuchando a Shabalala, podríamos imaginarlo con los ojos como platos. Un primer plano de su cara y luego…, luego a cámara hiper-rápìda ver como se viste, hace las maletas, coge un taxi en Brooklyn hacia el aeropuerto y toma el primer avión para Sudáfrica. Lo podemos imaginar, pero es que eso mismo hizo. Cuando tomó ese avión Simon ya se había sumergido en sonidos autóctonos gracias a una veintena de discos que le proporcionó el productor y amigo Hilton Rosenthal pero lo que encuentra in situ le deja boquiabierto: nuevas sonoridades y ritmos que nunca hubiese imaginado. Se encuentra con excelentes músicos y graba con ellos en Johannesburgo gran parte de «Graceland» aunque acabó de darle forma en el mítico Abbey Road. Pero desgraciadamente también se encuentra con un boicot hacía él y su música. Es declarado persona non-grata por haber roto el boicot al atreverse a grabar en Sudáfrica y con músicos sudafricanos justo cuando estaban ocurriendo los episodios más crudos y represivos contra la población negra del país, ya sabéis, Apartheid. Eso, claro está, le reporta una publicidad sin precedentes, pero también algo de presión y un poquito de peligrosidad a la grabación del disco, que como os comenté se acabó de perfilar en Londres. En los Ovation Studios de Johannesburgo Simon llegaba sin una nota preparada, se sentaba junto a Roy Halee y dejaba que todo fluyese espontánea y mágicamente junto a un buen puñado de músicos autóctonos de los cuales debería destacar sobretodo a Forere Motloheloa, Ray Phiri, Baghiti Khumalo, Vusi Khumalo y Makhaya Mahlangu, luego, no me olvido de los Ladysmith Black Mambazo y de su líder y portavoz Josep Shabalala quién además de involucrarse mucho en la grabación del disco también lo estaba en la política de su país. Los «Mambazo» pudieron salir de su país y visitar Londres donde grabaron ese «Homeless» que sólo nombrarlo me pone los pelos de punta. Para redondear el disco Paul Simon acabó viajando a su país natal, y allí se rodeó de grandes músicos de jazz, rock y country, hablo como no de Good Rockin’ Dopsie y las Twisters, los Everly Brothers, Linda Ronstadt y los Lobos.

Entra como una exhalación el espeluznante acordeón de Forere Motloheloa, a todo trapo, repitiendo una y otra vez las notas cuando de repente irrumpe la percusión, y la canción y el disco cobran vida. El acordeón es la columna vertebral de este tema, de este maravilloso tema que en apariencia es alegre y esperanzador para esos «days of miracle and wonder» pero que en realidad contiene una descomunal crítica a la sociedad del momento perfectamente de actualidad en nuestros días. «The Boy in the Bubble» se hace grande con las escuchas y nos marca el objetivo de todo el disco: La esperanza. A continuación y casi sin dejarnos asimilar lo escuchado llega esa maravilla sonora, esa obra maestra que es «Graceland«, una de las mejores composiciones de Paul Simon de cuantas ha creado, y la verdad, ha creado innumerables joyas. Paul Simon nos conduce a Graceland, Memphis Tennessee pero Graceland puede ser cualquier lugar donde sentirnos en paz, un mundo mejor, un estado anímico, una persona a la que amar. Claro, cada cual tiene su Graceland, eso pienso yo, una razón para vivir, para creer. Musicalmente el tema es increíble, perfecto, irrepetible. Todos los músicos están estupendos: el rasgueo mágico de guitarrra de Ray Phiri, la percusión de Vusi Khumalo y Makhaya Mahlangu y como no el extraordinario bajo de Baghiti Khumalo… a todo esto, sumamos los coros de los Everly Brothers que le aportan ese misterioso viaje de la América profunda hasta ese lugar mágico, y es cuando entendemos que ya hemos llegado a esa tierra prometida, a Graceland. A partir de aquí empieza el viaje más claro hacia los sonidos africanos. «I know what I know» es una delicia de tema. Es imposible no caer rendido a la composición de General M.D. Shirinda y a los ritmos de las Gaza Sisters, mientras se repite una y otra vez esa especie de lema existencial: «I know what I know, I’ll sing what I said. We come and we go.That’s a thing that I keep in the back of my head…». 

Llega «Gumboots» sí, allí estaba, en la cinta que llegó a manos de Simon y que dio pié a todo esto, y aquí está «Gumboots» reinventada por el maestro, retocada muy poquito, añadiendo el saxo de Barney Rachabane, pero prácticamente manteniendo la misma estructura que la original de los Boyoyo Boys. Eso sí, es un tema con tono festivo que le va como anillo al dedo a Paul Simon. Para cerrar la cara A de Graceland Paul Simon nos tenía guardada una grata sorpresa. Una de las mejores canciones del disco: «Diamonds of the soles of her shoes«. «(a-wa) O kodwa u zo-nge li-sa namhlange (a-wa a-wa) Si-bona kwenze ka kanjani (a-wa a-wa) Amanto mbazane ayeza«… a capela las voces negras y desnudas de Joseph Shabalala y Ladysmith Black Mambazo nos ponen la piel de gallina, sin darnos tiempo a respirar entra Paul Simon y después el riff de guitarra de Ray Phiri nos atraviesa el alma. «People say she’s crazy. She got diamonds on the soles of her shoes. Well that’s one way to lose these Walking blues. Diamonds on the soles of her shoes…». No puedo dejar de destacar a Alex Foster en el saxo tenor y sobretodo a Baghiti Khumalo con ese sorprendente bajo ascendente-descendente que dejó a Simon con la boca abierta y el culo prieto, yo desde luego cada vez que lo escucho alucino. Ah! y esa exótica percusión de Youssou N’dour, Babacar Faye y Assane Thiam. Sí, ese Youssou es. Joder, qué tema!. «Na na, nanana…. Nana, nanana.., Na na, nanana…. Nana, nananaaaaaa«….

La cara B comienza con uno de los Hits del disco. Con la memorable «You can call me Al» que tenía aquel vídeo musical absurdo (aunque eso sí, mítico) con Chevy Chase que no ayudaba mucho a tomarse en serio la canción pero sí que ayudó a vender el disco. Es un temazo se mire por donde se mire, no de mis favoritos pero de todas maneras la canción es magistral eso no se puede poner en duda. Una especie de explicación sobre como se sintió Simon en Sudáfrica con un toque de chiste privado en el estribillo. Espléndido todo desde ese riff/fanfarria que te saca la sonrisilla y se te pega como una cosa mala hasta los vientos/metales que son el despiporre y cómo frasea el pequeñín de Simon, genial!. Y entonces, sí, Simon me desarma con «Under African Skies«. Uno de mis temas favoritas de siempre. Bonica del to es poco. Lo de Linda Ronstadt es de traca, para darle de comer a parte. Qué preciosa canción, qué delicadeza, como nos mece y nos desarma el alma….«darunda runda runda oh.oooooooohhhhhh! darunda runda runda oh.oooooooohhhhhh!». «Homeless» vuelve a enamorar. Insuperable interpretación de los Ladysmith Black Mambazo en una canción donde Paul Simon demuestra el respeto por ellos que sin duda merecían. Quién iba a pensar que un tema cantado en su mayor parte en Zulú fuese un éxito en ventas en la Tierra de los Ochenta? Llega «Crazy Love II» que se titula así, con el «II», para diferenciarla de la del mítico Van the Man, o eso es lo que pensó el bueno de Simon aunque poco tienen que ver una con otra. Ray Phiri improvisa a la guitarra melodías tradicionales y Simon pone la bella letra al tema. De nuevo vuelve el acordeón con la tremebunda «That was  your mother» que emparenta muy bien con la música de New Orleans por la vía Africana, y aquí Simon está como pez en el agua., esos ritmos cajún le delatan y a mí, particularmente me apasionan. Cierra el disco uno de los temas más «americanos» del disco en el que participan Los Lobos. «All around the world or the myth of fingerprints«, sabor tex-mex sí, pero hay algo en la canción que liga perfectamente con el resto del disco. Es un cierre magnífico para un excelente álbum. «Well, it’s not just me, and it’s not just you. This is all around the world…».

En 1986 Paul Simon embelesado por los ritmos africanos decide realizar un viaje pseudomístico, no exento de problemas, que le llevan hasta Sudáfrica. Es allí donde junto a músicos autóctonos se gesta uno de los mejores discos de la década de los ochenta. Paul Simon firma su obra maestra. Su gran obra. Llena de sonidos mágicos y melodías gloriosas. Imprescindible saberse el disco de principio a fin, los extras de las diversas ediciones son un caramelito y por supuesto ese mágico documental que aparece en la edición del 25º aniversario del disco, ese extraordinario «Under African Skies» del cual os hablaré en el Exilio en breve. I’m going to Graceland, Graceland. In Memphis Tennessee, I’m going to Graceland…

Paul Simon – «Graceland» (1986)
10/10
01.-The Boy In The Bubble/ 02.-Graceland/ 03.-I Know What I Know/ 04.-Gumboots/ 05.-Diamonds On The Soles Of Her Shoes/ 06.-You Can Call Me Al/ 07.-Under African Skies/ 08.-Homeless/ 09.-Crazy Love Vol. II/ 10.-That Was Your Mother/ 11.-All Around The World Or The Myth Of Fingerprints


4 comentarios

  1. A mi este disco simple y llanamente me encanta. Todas las composiciones son gloriosas, y además todo ese mestizaje con ritmos africanos le da un empaque a las canciones realmente espectacular.
    Tengo la edición 25 aniversario y es para correrse de gusto.

    Abrazos truferos.

  2. Tremendo!!. No puedes escribir estas cosas y quedarte como si nada, luego personas como yo pasamos por aquí y claro, pensamos que no amamos la música lo suficiente… y la amamos joder jajaja. La verdad es que no entro a algunos sitios mas por eso mismo, porque me siento pequeñito pequeñito, pero aún así la música sigue siendo mi razón para levantarme cada mañana. Dame música y dime tonto…

    Saludos (y)

  3. Es un disco orgásmico King! Es como Rumours, ese tipo de cosas sin una jodida fisura y que quitan todo el nublado del cielo. Son la representación de la felicidad, del mestizaje, del respeto a las músicas. Seguro que tu preciosa bebé nikochana baila al escucharlo y ahí radica su grandeza y luego está esa sweet sweet voice del enano. Orgásmica entrada mi Rey, orgásmico disco, de gritar. 10 incontestable pero Paul tiene otros dos discos, por lo menos, de 10. Es un jodido genio y entre los de los dedos de la mano en la America Songwriters Gods List. I´m going to Frías, digo Graceland, Burgos, digo, Tennessee…Me has alegrado el día!

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