Críticas Discos

Quizá a alguien resulte exagerado proponer una tercera entrada de Eels en el Exile habida cuenta de la juventud del espacio y de los -obvios y más ilustres- huecos por rellenar aún al repasar etiquetas del lateral (que todo llegará, no se dude). Sin embargo, mire usté, ayer aparecía en las tiendas este «The Cautionary Tales of Mark Oliver Everett», onceavo disco (treceavo si contamos el par de principios de los 90 firmados como «E») de los Anguilas… o de Mark Oliver Everett que es exactamente decir lo mismo. Tras unas primeras escuchas queda claro que, a pesar de esa inmediata y adictiva preciosidad de segundo adelanto que responde por «The mistakes of my youth», nuestro barbudo prota de hoy ha decidido repetir la estructura «Hombre lobo/End Times», esto és, presentar un «disco-tipo» de la formación,  con sus sencillos eléctricos con buena pegada intercalando con contadas y hermosas postales de mayor reposo, para al poco ofrecernos otro álbum más orientado a ese folk de cámara que, ciertamente, nunca ha abandonado en realidad y que igualmente le define. De los primeros, del primer tipo de trabajos señalado, siempre me brilla con especial fulgor aquel «Shootenanny!»  del 2003, de los segundos… Me parece altamente improbable que pueda superar jamás el disco que hoy me apetecía traer para el Exilio: «Electro-shock blues», uno de mis cinco o diez (nunca menos) álbumes predilectos de su década, del que ya he escrito en otros lugares (y en repetidas ocasiones) y también, vaya el matiz por si a alguien empacha tanta anguila, el «auto-regalo» de santo que hoy me hago… Y es que siempre és y me resulta un placer recordar este tan singular disco, claro qué sí.
«Electro-shock blues», vaya de entrada, es básicamente un trabajo de asumir/aceptar desgracias en pos de la redención de ánimo, de la calma de espíritu, a fin de poder «seguir adelante», como dicta el tópico. Ni qué decir resulta, además, la soundtrack perfecta tanto para el -recomendable y autobiográfico- libro «Cosas que los nietos deberían saber» de Everett, como para el curioso documental «Parallel Worlds Parallel Lives» de la BBC enfocado en la figura del padre de Mark (un genio de la física tomado por poco menos que chalado en su tiempo y que, cómo no, nunca vió su trabajo admitido y reconocido como verdadero en vida, cosa que ocurrió bastantes años después de morir). En él encontramos todos los dramas del artista, con el figurar estrella de la disoluta e infortunada vida de su hermana Liz hasta su suicidio (tras varios intentos), el encontrarse muerto a su padre años ha o esa agonía de su madre enfrentada al cáncer que finalmente le derrotó solo dos años después de lo ocurrido con su ya mentada hermana… Que aún hay más, claro, pero lo aparcamos aquí. De hecho la desgracia parece abonada a la vida de Mark hasta el punto que, según como, parece que este hombre haya pasado la mayoria de años de su juventud entre hospitales y funerales.  Lo cual, resulta evidente, es una exageración si consideramos ello literalmente pero, en cualquier caso, esos son sus recuerdos y su dolor. Y eso és, volvemos a principio de párrafo, «Electro-shock blues» por encima de cualquier otro aspecto y por encima también de cualquier otro álbum de E/Eels. Pero, atención, que el tema se desdobla también hacia otra dirección… Todos aquellos que (por ejemplo y por qué no) hayan visto el recomendable film de Wes Anderson «Los Tenenbaums» y conserven estima o buen recuerdo, hallarán también en Eels (y aún en este disco, sí -sobretodo en este según se entienda el asunto y aunque parezca ello imposible de primeras-) esa mezcla de nostalgia (de americanas de pana, paredes de papel estampado, olor a tabaco de pipa o puro y, sobretodo, ominosa sensación de grandeza venida a menos -casi tangible-) y muy amargo sarcasmo… O ironía, el humor en definitiva, esa luz al final del tunel para tantas depresiones. Mark supo encontrarla, sabrá quien toque cómo, y menos mal para muchos que no solo para él.
Para no alargar (más) déjemos ya empezar el disco… no sin antes darle vueltas a su embalaje. Tras su tan fácilmente deducible -en cuanto a razón de ser- portada, sus viñetas de cómic con evocadoras imágenes y ese breve preludio escrito cuyo sentido no golpeará de pleno sino tras asumir todo el contenido sónico que contiene, llaman poderosamente la atención las dos lápidas que delimitan las letras del tracklist. La primera, sencilla casi infantil y con esa calavera rematada por halo angelical, reza: «Escuchar en casa»… y está claro. No es este un álbum para «salir de fiesta», ni siquiera para oir de fondo sin más: el puñetero te solicita ya un punto de partida de total atención (algo pomposo quizá de entrada pero, ojo, completamente cierto como después descubrimos). Por su parte la segunda lápida también dibujada, al final de todo como despedida y esta vez a color mostrando una noche estrellada en una imagen que irradia básicamente paz nos indica: «Todo está cambiando»… Esperanza, a pesar de todo. Esa es la moraleja para un disco que también es relato y lo que hace de «Electro-shock blues» un disco precioso en su conjunto, nunca triste y tortuoso por mucho que casi todas (o todas) sus partes tomadas individualmente así lo proyecten.
«Elizabeth on the Bathroom Floor» es la primera pista del álbum, apenas rasgada guitarra, coro casi espectral y: «Laying on the bathroom floor (…) My name is Elizabeth, my life is shit and piss»… La alegría de la huerta, sin duda y ya apuntamos que la mayoría de títulos de canción no dejan mucha duda a mediar. Así, al terminar con esta enigmática entrada que descoloca ya de inicio, empieza «Going to Your Funeral Part I«… «that was once you (…) everything goes away»… Bueno, vale. Los cascabeles del estribillo, su tono de blues fúnebre y esa virulencia concretada al final… Aquí hay «algo», en efecto, pero sigamos, sigamos… «Cancer for the cure«, que apareció en la soundtrack de «American beauty» y que es una de las canciones más «movidas» con ideas suicidas de fondo y de por medio. Llegados a este punto uno ya no puede detenerse por un lado ni saber que cojones esperar de seguidilla… Y si «el bicho» te ha picado, estás perdido.  Mas si después de la cacharrería industrial que despide esa canción te enfrentas al principio de «My Descent Into Madness«, con sus pajaritos, más cascabeles, los la-la-la y  su aire cándido mediante preciosista instrumentación clásica de fondo (mucho ha crecido Eels desde E)… aunque, eso sí: «voices tell me i’m the shit» (que lo que suena en segundo plano es muy bonito pero lo que se dice no defrauda, no). También más alegre parece, solo parece y a su manera habitual está claro, de primeras «3 Speed» pero esa incertidumbre que encontramos en la letra… Sigamos un poco más, a ver qué pasa… Y lo que pasa es «Hospital Food«, suerte de jazz a la manera de Waits y que en cuanto a significado y para su desgracia, por temática, tan bien domina Everett. Escabroso, o poco menos, podría parecer que elija ese género y estilo para una letra con unas lecturas tan hijoputescas (volvemos al sarcasmo amargo que antes se comentaba). Y ya no nos metemos demasiado en lo que esto puede provocar en determinadas gentes que han tenido que permanecer largas horas junto a sus seres queridos en hospitales/clínicas (con quimios, ingresos -imprevistos y/o no- varios y demás)… hasta el punto, por lo inacabable, que todo parece haber perdido ya toda lógica y sentido (se entiende por ahí especialmente el desbarre y lo tan roto de lo propuesto, sí). En claro contraste, la tan escueta como sintética letra y música de «Electro-shock blues«, la canción, es de vello erizado con ese tratar de entender desde el sentir, el propio interior, del enfermo terminal (brutal lo casi inexistente del acompañamiento de instrumentación al compararse con la lucha ya sin apenas fuerzas de quien y qué se nos explica). Y así «Efil’s god» cierra la primera mitad de la historia ya abrazando «el otro lado» de forma abierta («puedes traer -del hospital- de vuelta mi maleta pero no puedes traerme a mi») y, qué cosas, con ese breve cambiar de voz para el final, improvisado e inesperado estribillo, que es casi como un giro de optimismo… Curioso. Aunque no tanto para quien, aún sintiéndolo lo indecible, sepa  que al final del todo lo mejor, y valgan redundancias, es que llegué de una puta vez el final.
La segunda parte del elepé se arranca con «Going to Your Funeral Part II«, breve instrumental con aires de tímido pero nuevo y bonito amanecer que nos lleva de la mano al «single estrella»: «Last Stop: This Town«… Pues a pesar de tanta carga de profundidad y emotividad (siempre a su peculiar manera) el cabrito de Mark se las apaña para plantar un single radiable de aquí te espero (ahí está el video de la clonación via zanahoria que tantos recordarán)… Tener un megahit cuya primera frase es «you’re dead but the world keeps spinning» ahí queda, además. «Baby genius» es la anti-nana definitiva: «Bebé genio, mira cómo has crecido/ ¿adónde irás?/ ¿no tuvimos algunos buenos tiempos después de todo lo dicho y hecho?/Pequeños cuerpo y mente/ Gran cabeza y grandes dolores de cabeza/ Mi espalda rota/ bebé genio/Encuentra un paseo nuevo»… Todo ello con sonido de caja de música de fondo y ya sin más, de seguidilla, entramos de pleno en la «traca final» con las cinco canciones que mejor definen y concretan este tan memorable trabajo… Las que, en verdad, le otorgan la vitola de clásico para mi.  «Climbing to the Moon» es la enésima constatación de que, y puede que a alguien sorprenda, es Mr. Young uno de los músicos favoritos, seguramente el que más,  del señor de la barba. Bonita hasta el llanto, con esos arreglos de fondo y su radiante épica con ellos al final alcanzada. En las mismas tesituras se mueve «Ant Farm» con un tono similar a «3 speed» en lo musical y que, coño, hasta parece alegre y todo («hate a lot of things, but i love a few things… and you are one of them»). Pero todo es relativo con este artista y disco, claro. Así la también pseudoacústica «Dead of winter» (que no lo és de pleno por esos nuevos y ornamentados arreglos, aquí especialmente lejanos), que mantiene la «bonitez extrema» a punto de hacer reventar la aguja del medidor y sacando humo por doquier, se despide con un doloroso: «permaneciendo aquí en la oscuridad»… Que a su vez hace de antesala para algo ya, directamente, impagable como es «The Medication Is Wearing Off«… Está desapareciendo la medicación, si, y con esto ya se pasa: «va a doler, no un poco, mucho»… Puede que sea la canción más hermosa, puede serlo sin problemas, de alguien que, además, se ha caracterizado siempre por salirse de tablaturas en estos registros (se puede comulgar más o menos con E, pero que sabe hacer «canciones bonitas» no creo que a estas alturas nadie lo ponga ya en duda). Y el broche, claro… «P.S. You Rock My World«, que te lleva al fin a la orilla con la corriente producida por el magistral cuarteto que antecede y remata con ese auspiciador «and maybe it’s time to live»… Prueba superada Mr. E. Pocos discos dejan una sensación tan plena, directa y sentida, y sin caer en falsos dramatismos (aquí todo es de verdad, no hay «sentimientos importados»), como este «Electro-shock blues»… A partir de aquí una carrera sólida, con pocos altibajos y hasta hoy, con buena cadencia en edición  de discos y apreciable firmeza. Debe ser, más allá del obvio talento, la seguridad de tener ya la «masterpiece particular» (no la que más considera la crítica o mejor vende), el disco que querías y necesitabas como ente creativo y persona humana a la par, facturada al poco de empezar.
Eels – «Electro-shock blues» (1998) : 10/10
01. «Elizabeth on the Bathroom Floor»/ 02. «Going to Your Funeral Part I»/ 03. «Cancer for the Cure»/ 04. «My Descent Into Madness»/ 05. «3 Speed»/ 06. «Hospital Food»/ 07. «Electro-Shock Blues»/ 08. «Efils’ God»/ 09. «Going to Your Funeral Part II»/ 10. «Last Stop: This Town»/ 11. «Baby Genius»/ 12. «Climbing to the Moon»/ 13. «Ant Farm»/ 14. «Dead of Winter «/ 15. «The Medication Is Wearing Off»/ 16. «P.S. You Rock My World».

Por Guzz


13 comentarios

  1. Fantastica entrada Guzz.

    Descubrí a Eels gracias a nikochan y cuando llegué a este album, repasando sus discos, flipé.

    Si encima lo acompañas con el libro autobiografico, alcanza un nivel de crudeza muy pocas veces visto.

  2. El menos inmediato y directo de los discos de Everett pero, a la postre y sin dudas para mi al menos, el mejor de todos ellos. Piqué con las "novocaine…" y demás del primero pero lo de este, que me lo compré al poco y de estreno, me dejó loco perdío y ahí sigo. Pocos discos con tanto sentido y sentimiendo sin la más mínima pose a mediar, ya te digo. Abrazo guzzero Mansion !

  3. Yo descubrí a Eels gracias a Don Guzz. Un buen día (hace mucho tiempo) me trajo todos sus discos y me dijo: "déjate de Beck que el bueno es este!"…. Me enamoré del "Daisies" porque es bonico del to y muy coquetón, pero el bueno, como descubrí más tarde, el bueno de verdad era esta POM. Mr E es muuuu grande y este disco es brutal.

    1. También hay cosas de Beck que me gustan, especialmente la dupla "mellow-odelay", pero es que este tio utilizaba violines de verdad (no samplers de violines) y demás perifolla orquestral clásica… La forzada comparativa en su momento fue por saltar a la palestra casi a la par y proceder del mismo sitio. Con el tiempo los dos, claramente, han acabado siendo "alguien" (que tampoco cabían dudas), pero puestos a ser tocanarices me quedo varias docenas de veces con el barbas. Y qué conciertaco al que fuimos Archienemy… esa versión acelerada de "fresh feeling" todavía me resuena en la almendra !

  4. Estoy de acuerdo contigo, Eels es muy bueno y hace grandes discos, pero este que te traes es de los insuperables, y eso que End Time es bueno, pero este es mejor. El nuevo aun no lo he escuchado. Pero con lo dicho me puedo hacer una idea, hay que escucharlo, es Eels. Este disco es POM absoluta, quien llore por los rincones que escuche al bueno de Eels que sabe que es estar en el fondo. gran reseña, gran disco. Canciones de cuna para adultos desasosegados. Saludos Don Guzz

    1. Y es que aquí lo puso todo todito Mr. E. Yo esperaba una continuación lógica del primero y esto me sorprendió (y marcó) la de dios. Van pasando años y, ojo, que cada vez se parece y huele más como uno de esos "discos top", de los necesarios hasta el rascarse y a cualquier nivel para el menda. Duele y alimenta como bien pocos el puñetero Electro-shock, Chals, por lo menos para servidor. Abrazo guzzero..

  5. Cancer for the cure y Electro-Shock Blues marcaron mucho mi enamoramiento con la música de Eels. Enorme disco y francamente desde que le vi el año pasado en directo por primera vez, rendido a sus pies. Un gran músico, aunque ojo a mi Beck también me gusta mucho ehhh.

    Abrazos truferos.

    1. A mi Beck también me gusta, uno de los músicos más claramente interesantes del último par de decenios. Pero es que de Eels soy fan acérrimo y, concretamente, lo de este disco ya me parece de escándalo… De hecho siempre pienso que el cabrito va un poco de sobrado en el sentido que, como pongo al final del posteo, ya realiza aquí (a la segunda de cambio) su masterpiece y como sabe, le consta, que bueno lo es un ratazo va haciendo lo que le rota dado que el margen de error es más bien escaso. Abrazo guzzero Mr. Truffle !

  6. Pues, nada, yo te leo y punto. Conozco su nombre y he leído entrevistas con Everett, pero nunca me he acercado a su música. Quizá algún día siga tu consejo, Guzz.

    Un abrazo.

    1. Pues al tanto que entonces si te pica la curiosidad y te haces con el libro "Cosas que los nietos deberían saber" (a mi me gustó bastante y en tres sentadas le dí boleto) y lo intercalas con escuchas de este disco el asunto se hace más que interesante. Todo un privilegio si entras en el juego que se propone (en las promos del disco ya se apuntaban las desgracias de Mr.E como efecto motivador pero leerlo de él mismo, a día presente y así en crudo para liarse después con estas letras de canciones… ojo ahí). Abrazo guzzero Gonzalo.

  7. Que llego retrasado y con la lengua fuera, pero fuera de serie que es usted, una pasada de oda a una POM gigantesca. Creo que sabias de mi devoción por el Shock pero te contaré que me pilló en un época eels total: familiar muy cercano que muere de un cáncer muy muy rápido y muy muy cabrón, a los nueve meses derrame cerebral y en coma de otro ( era mi hermana, su marido, un cielo, era el del cancer nueve meses atrás) El caos es que te cuento todo estp, demasiado personal, en agradecimiento a tu entrada y para que sepas que este disco me consoló como a la madre de un amigo mio que murió, pagarle misas. Al final la cuestión está en el arte de consolarse y seguir viendo que merece la pena vivir. Mira Guzz, P.S. You Rock My World para mi es un credo, esa parte en que dice que a partir de ahora le saludará a la gorda gruñona de la gasolinera…joder…si eso no esto no es una obra maestra??? POM= "dícese de aquello que inmortaliza un sentimiento y que queda para la posteriodad en bonito al cubo y fresco como un cogollo de Tudela" En resumen, ahora ando enganchado al nuevo que ayer compré,es una maravilla, de verdad, quizás lo reseñe para el Exile el sábado y tengamos bendito empacho de anguilas pero E S Blues es insuperable porque capta un sentimiento, ese que viví yo en 2005-2006 ( annus horribilis) pero de aquel horror se reforzaron tantas cosas, tantas alianzas, tanta unión que como dice el barbudo gafapasta…maybe it´s time to live forever. Gracias Guzz por esta reseña tan preciosa, imprimo y guardo dentro del cd.
    P.D.: Gonzalo si nos lees , irsen que decia Lola Flowers, irsen directamente al mundo mágico de Eels. Para mi el Randy Newman de su generación.(Beck sería el Nilsson y yo prefiero a Randy gustándome a rabiar ambos)

    1. Pocas cosas pueden llegar a calar como este disco, Master Joserra. Con eso vamos hasta al fin… y en verdad, sabedor de que cuando algo me gusta mucho me pierdo fácilmente en lisonjas mil y aunque pueda no parecerlo, el texto está realizado en "comedido mode"… En honor a esa confianza que me genera tu precioso comentario te explicaré que, por mi parte, este disco sale en el 98, al poco de recibir funestas noticias mi señor padre del oncólogo cuya, fácilmente deducible, resolución se daría en otoño del siguiente año, tras unos meses que no le deseo ni al demonio como bien saben/sabéis los que han pasado por ahí… En resumen creo que es el tracklist de cualquier cedé que más veces he sostenido jamás en las manos… Hay momentos y frases en este disco que no son dardos o puñales… Son puros tomahawks que te clavan en el cráneo, en lo mejor de la siesta y a pura traición que, para más narices, lo único que te generan después es dar las gracias y lo indecible además. Y no se trata, al tanto, de que haya que haber vivido según que mierdas que te echa la vida para disfrutarlo plenamente (su calidad y bonitez se defiende sola sin extrapolar más allá y lo hace recomendable a cualquier nivel) porque esa valentía, ese vaciarse en algo de forma tan desgarrada y sin maquillar que hace aquí Mark Oliver Everett es para ponerlo en mármol y sacarle el polvo de a diario forever. Hasta el punto que hago hincapié en ello: "E-S B" puede resultar un disco sobre/infravalorado, puede ser necesario como el respirar o curioso sin más, etc (yo soy un adicto, no tengo perspectiva ahí y no se pretende sentar cátedra del buen o mal gusto, que allá quien toque con lo suyo y faltaría), pero que es uno de los elepés más devastadoramente valientes, más allá de su obvia honestidad y belleza, que existen me parece de un evidente que brilla en la oscuridad y camina sobre el agua… indebatible, vaya. De hecho, siempre pensaré que el tipo hace este disco en ese momento de su vida o, directamente, "se quita del medio" sin más. Siempre atento al beautiful barbas y gran abrazo guzzero Joserra… y venga esas flamantes "canciones con moraleja" cuanto antes !

    2. Perdona pero quiero decir, después de todo esto que has dicho, que hay artistas y luego están Nina Simone, Eels, Neil Young, Amalia Rodrigues. la Joni, el Bob de Blood on the Tracks y Hard Rain…es decir, almas en pelotas.Y esa sinceridad se agradece y reconforta.

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