Críticas Discos

Soy un incondicional de M. Ward, sus discos siempre aseguran de entrada una producción exquisita donde el gusto por lo analógico es regla general, y los sonidos y la instrumentación se cuidan al detalle, no hay nada fuera de lugar, factores que considero garantía suficiente como para prestar atención a cada nuevo (o pasado) paso, pero es que además posee la magia para hacer canciones perdurables y eternas, en su discografía hay unas cuantas obras de arte.
Y aunque considero Post War junto con Hold Time, sus grandes obras maestras, a medida que pasan los años son sus primeros discos los que me han llamado más la atención, incluso el paso del tiempo los favorece. Transfiguration Of Vincent es una de esas maravillas absolutas, un disco poco conocido y brillante que ya contiene todos los rasgos distintivos de su obra posterior .
Pero M. Ward no salió de la nada, empezó formando parte de las bandas de directo de otros artistas a los que veneraba y venera, Vic Chesnutt, Rilo Kiley (banda a reivindicar), Giant Sand… y a fuerza de pisar escenarios comenzó a hacerse un nombre entre los artistas por su buen gusto y profesionalidad, finalmente Howe Gelb lo apadrinó en su sello. Los primeros discos incluyendo hasta el que ahora os comento han pasado sin pena ni gloria, no fue hasta Transistor Radio que finalmente salió en el mapa del indie-mainstream o el infra-country (como se prefiera que para el caso…) a un nivel suficientemente amplio como para requerir una gira fuera de los EEUU.
Ahora goza de cierta popularidad gracias a la colaboración «naif» (que no mala) con Zooey Deschanel, popularidad que ha trazado un extraño efecto pues no se ha convertido en una exploración de su obra con carácter retroactivo a pesar de su calidad, o tal vez las nuevas generaciones no tengan la suficiente curiosidad más allá del cartel del festival veraniego para mirar atrás y saborear estas delicatessen que parecen quedar en tierra de nadie, no son lo suficientemente antiguas para considerarse clásicos, ni entran ya en la rueda de la última tendencia.

En todo caso, la popularidad y M. Ward conviven juntos pero no se necesitan, como he leído en algunas entrevistas, Ward es un tipo de andar por casa, prefiere el calor del hogar que las giras interminables y la vida entre bastidores, cosa que su música refleja perfectamente.

Con este disco Ward se estrenaba con Merge, factor que creo decisivo para una mayor difunsión por los canales del indie americano a un nivel más amplio, una denominación que empequeñece cualquier consideración sobre el artista, aunque a la postre supuso su primera gira importante, más por las fechas que por las distancias.

Aquí confluyen estilos diversos de manera muy fluida y aparentemente fácil, el folk de su bien querido John Fahey, a quien reivindicó desde el principio, el rock alternativo de los 80 y los 90, alguna guitarra suena a Pixies, el rock’n’roll clásico, Buddy Holly también está aquí, todo con un estilo propio y personal que parece hablarte desde una posición cercana, de tú a tú.

Los grillos abren el disco para predisponerte con nocturnidad a la escucha relajada, la canción Transfiguration #1 es de sonido amable, acústica perfecta y arpegiados para recordar Fahey por los siglos de los siglos, y subyace de primeras la sensación de atemporalidad de su música, podría haberse grabado hace décadas, hoy, o dentro de muchos años sin acusar el paso del tiempo y deslizándose por estilos diferentes con asombrosa facilidad, pués no es un disco generalmente acústico, Vicent O’Brian es el rock alternativo perfecto, guitarras pixies y afiladas, piano velvet y alma folkie, junto al ritmo marcado de Sad Sad Song, centro neurálgico y alma de esta transfiguración que muestra su genialidad, su música, una letra sencilla y evocadora y su manera de cantarla, la canción triste como antídoto a la rotura del alma, metalingüistica songwritter de hondo calado, aunque en sus manos las canciones tristes iluminan y dan calor.
La trotona Helicopter, ahora sí alt-country de muchos quilates. Undertaker baja las revoluciones y la instrumental Duet For Guitars # 3 te hace levitar, junto Involuntary, Get To The Table On Time, Dead Man, enlazan con su primer disco y de nuevo con John Fahey, que a su vez le inspira el título del disco (The Transfiguration of Blind Joe Death ). Son dulces sonoros que nunca cansan Fool Says y A Voice At The End Of The Line, posteriormente fueron reconvertidas en otras canciones más conocidas. Y es excelente el piano-jazz entre Waits y Gelb de Poor Boy Minor Key, una genialidad al alcance de pocos contemporáneos, de las mejores del disco. También pone a prueba sus límites en arreglos disonantes en Outta My Head, la guitarra grabada aquí no tiene nada que envidiar al alt- rock 80/90. Y por supuesto, es una tónica en su carrera hacer versiones, algunas irreconocibles, otras impensables en sus propios términos, como la revisión de David Bowie del tema Let’s Dance, deliciosa, ya sé que como el original ninguna, pero no deja de apropiarsela con mucho respeto y dándole otra lectura en el contexto del disco, con la muerte como transfondo.
Hay genialidad más allá de los 60 y los 70, así lo veo, M. Ward tiene la magia, el folk se mezcla con el blues y el rock’n’roll de una manera única, no existen barreras estilísticas evidentes, y consigue sacar sus canciones del hilo temporal al mismo tiempo que las hace sonar antiguas, únicas, que no revisionistas. Además el leiv motiv en cada disco suele ser un valor añadido, no hay uno en su discografía que sea una simple sucesión de canciones, siempre hay una razón. En Transfiguration Of Vincent explora ciertos aspectos de la muerte y la pérdida, concepto que guía la temática del disco y lleva esos sentimientos de contrariedad a altas cuotas de expresividad y calidad. Sin duda, un disco recomendable, evocador y amable, equilibrado y que mantiene la atención hasta el final. Una delicatessen.

Por Chals
*escrita y traducida de NO SE VIURE SENSE ROCK

M. Ward – «Transfiguration Of Vincent» (2003) 8,75/10
1. Transfiguration #1 / 2. Vincent O’Brien / 3. Sad, Sad Song / 4. Undertaker / 5. Duet for Guitars #3 / 6. Outta My Head / 7. Involuntary / 8. Helicopter / 9. Poor Boy, Minor Key / 10. Fool Says / 11. Get to the Table on Time / 12. A Voice at the End of the Line / 13. Dead Man / 14. Let’s Dance / 15. Transfiguration #2



8 comentarios

  1. Tu yo yo compartimos amor por M. Ward, este disco es la antesala de lo que estaba por llegar, en mi opinión aun mejores que este, y este es fantástico, yo siempre noto la presencia de Buddy Holly en su música y la revisitación del Let's Dance de Bowie es, cuando menos sorprendente pero hermosa…vamos que una gran reseña de uno de mis debilidades.
    Salud.

    1. para mi, quitando de Duet For Guitars que es muy bueno pero más sencillo, todos sus discos me resultan muy coherentes y espectaculares en cuanto a arreglos y composición, eso si, menos conocidos. Pero entiendo lo que dices, su obra posterior tiene un acabado más fino. Saludos Addi

  2. Excelente disco, no sé cómo llegué a este artista pero me capturó oyendo la canción "Vincent O'Brien". A través de ella me interesé por su disco y luego por toda su obra, incluido su otro proyecto She and Him. Pero no he encontrado nada como este Vincent. Tal vez necesite más escuchas de su obra posterior. Este artículo es una buena escusa para hacerlo. Gracias.

    1. Pues Millán, Vicent O'Biren es una muy beuna forma de llegar a M. Ward. Yo no lo conozco desde el principio, aun así me gusta ver su obra mirando hacia adelnate y esperando lo mejor, y sin perder la vista del retrovisor que dejó verdaderos caramelos sonoros. Saludos y gracias por pasar.

  3. Yo me considero un fan tardío del señor Ward, pero a día de hoy un enamorado de su música. Conozco todos sus discos, los propios, sus aventuras con otros músicos y sus colaboraciones. Que esté él es sinónimo de calidad. Para mí, cada disco de Ward es algo mejor que el anterior, o al menos, a mí me lo parece. Y aquella aventura de Monsters of folk aún suena en el hogar nikochiano con fuerza. Su último trabajo, aquel "A wasteland companion" no tiene precio… mágico y delicioso, como todo lo que hace.

    1. Monster Of Folk es la repera, un día la tenemos que exiliar, ¿en tu casa o en la mía? je je je. A mi me gusta Ward en todas sus formas. Bien es cierto que su Wasteland no es malo, es bueno, pero lo veo un disco por debajo de por ejemplo, éste. Saludos Niko.

  4. Comparto muchas, muchísimas cosas contigo Chals pero una de ellas es el amor por este tipo tan genial. Creo que te comente que le ví con Howe Gelb en un bolo extraño conjunto sólo con una guitarra acústica y me dejó "pa lla" Impresionante el sonido de su voz, ese reverb natural, la técnica de su guitarra y lo intrincado, original y bello de sus composiciones, con Mark Everett Mr Eels yo creo que es de esos artistas que se aproximan a los que amamos de los setenta.Yo le conocí con este disco , dada su asociación con Norah Jones ( soy fan tb de ella) Me gusta este tio, sus proyectos y sus discos pero no veo como dice Niko que mejore porque es como Randy Newman, era mejor desde el minuto uno. Es buenísimo y el Transfiguration una labor de amor. Está bien definido como si Buddy Holly hubiera entrado en la Factory de Warhol pero sobre todo una nota: original, M Ward es uno de esos artistas inmensos y me alegro de que entre en el Exilio por la puerta grande con un texto tan delicattessen como el disco.Nunca me salía la palabra pero tú Chals… escribes y eres como suena M Ward.

    1. Pues muchas gracias Joserra. Howe Gelb es otro de los grandes que un día voy a traerme por aquí, un genio que debería conocerse un poco más, aunque ahora ya se puede decir que Gelb no es un desconocido. Me alegra a mi también coincidir contigo en cuanto a Ward, es tan mantita un día de frio, y tan sol entre nubes, que es imposible no caer rendido por siempre cuando entras en su música de lleno. Saludos Joserra.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos que te pueden interesar