Críticas Discos

Qué año más raro. Suscribo un reciente apunte del kamarada Lou Rambler diciendo que este año 2013 era flojito flojito, en cuanto a la edición de discos excelentes salvo en el género metal. ( bueno en lo del metal no lo sé ya que no controlo nada pero seguro que Lou tiene razón).
Sin embargo, si que nos sale una colección de buenísimas canciones y algún que otro álbum cuya calificación es de notable alto e incluso, sobresaliente. Sigo pensando en el Big Inner de Matthew E White ya que me sigue pareciendo lo más novedoso dentro de la evolución del rock and roll que ha salido desde Bon Iver, sus toques a Randy Newman mezclados con los bajos dub y esas orquestas de película de New Orleans, todo eso a uno le puede.
Quizás sea que vivimos un momento de revival, de cargar la tienda de ropas de todas las épocas ( ya se ve en los Zara) para contentar a un personal sin ideas, desorientado con el viejo truco de llenar huecos que echamos de menos y que tenemos muy trillados de décadas pasadas. A eso se llama crisis y mientras antes las crisis parían genios, ahora nos dan copycats.
Vale, acepto el toco-mocho pero tiene que haber canciones, siempre lo digo, buenas canciones, independientemente de que se vea quienes son tu padre y tu madre, tus tíos o primos, si eres de la familia esquimal o de la bantú por esos parecidos más que razonables que están a la orden del día.
El caso de Jonathan Wilson para un servidor es algo extraño : su debut a lo grande, el Gentle Spirit, muy alabado por los druidas de la coolería rock and roller, me gustaba en algunos de sus tramos mucho (Desert Raven, temazo) pero en otros me parecía subir cuestas empinadas para las que no estaba preparado o , quizás, no tenía la paciencia necesaria. Intenté varías veces subirlas porque sabía que arriba podría haber una recompensa, soy obediente pero me quedé con cosillas y no lo compré (síntoma de que algo no me engancha del todo porque compro discos , los prefiero a los cubatas, los restaurantes o el resto de cosas que tienen precio y algunos de ellos no tienen precio, esos son los que trato de agenciarme)
Luego estuvo su teloneo estelar en Biarritz a sus admirados Neil Young y los Crazy Horse. Me fijé mucho es su set porque ya os digo que me despertaba una especie de sensación imán que nunca llegaba a pegarse del todo pero tampoco creo que fuera el momento adecuado para apreciar a Jonathan en su plenitud por ese ansía de escuchar al viejo Shakey con sus Horse dentro de toda una vida de devoción , festivales de pueblo mediantes, por el dios canadiense y con tan escasas ocasiones de verlo, era mi tercera ocasión y me sudaban las manos.
Sin embargo, me gustó mucho lo que vi, ese rollo un poco a los Dead que se dió en su directo y me quedé con la copla, pensando en su nuevo disco y en que seguro iba a ser algo realmente especial, limando algún desencuentro del anterior y produciéndose la imantación deseada.
Ahora Fanfare ya ha salido con mucha pompa y bueno, de primeras me seduce mucho más que Gentle Spirit aunque será cuando me llegue la copia en vinilo doble y azulado cuando lo disfrutaré en toda su plenitud. El kamarada Tsi-Na-Pah, ahí es nadie, quizás le dé el oro 2013, lo cual no me extraña porque la verdad es que es un trabajo ambicioso y extraordinario y que encandila a un melómano tan gigante y variado como es él.
Fanfare es un milestone, un hito. Su maridaje del Pink Floyd era Gilmour a la voz con las armonías y ambientes de la Costa Oeste de los chicos (CSN&Y) que podría resultar a priori todo un pastelazo,  es algo tan bien engarzado, compuesto y grabado que parece un clásico instantáneo y fluye en sus surcos con toda naturalidad.
También este disco nos habla de que las bandas, a primeros de los setenta, aunque parecía que sonaban muy diferentes entre si a ambas orillas del Atlántico e iban a su bola, estaban todas muy influidas las unas por los otras. ¿Quién diría que a Pink Floyd le encantaba CSN&Y o viceversa? Pues claro que si.
Son trece canciones, pero tómatelo como un doble, todas son largas pero con una similitud psicotrópica similar a la de Mathew E White: rios que fluyen y tú los contemplas desde tus propias historias personales mientras sus distintas corrientes riegan parte de tu sistema emocional, son ambos discos muy panorámicos componiendo un paisaje de cielos inmensos. También están por ahí tíos y primos como Steely Dan y Roy Harper ( Jonathan es fan y coleguilla del genio inglés, autor del disco más sobresaliente de la arruga 2013 y le ha producido gran parte de su Man & Myth)
Hubiera acabado en la cama con Joni Mitchell
El melenudo le da a muchos palos y por favor, no se os ocurra pensar que todo va a ser como Fanfare, la obertura, porque ésta es demasiado Dark Side of The Moon y luego los registros cambian radicalmente de manera elegante y lógica. Es una comienzo que es fácil de calificar de pretencioso por su parsonanismo (De Allan,  no de Gram) pero que te resulta una maravilla cuando sabes todo lo que viene detrás y vuelves a escucharlo todo completo.
Paciencia, Fanfare, requiere armarse de ella y prepararte el mejor de los pelotazos on the rocks que tengas por casa y saborearlo contemplando una grabación digna de la portada, con un sonido de capilla sixtina que te deja sin respiración.
Dear Friend con su primera parte nillsoniana ensoñadora se transforma en una bestía californiana de guitarras ardientes pero como militada por el candor de David Gilmour ( ese Animals de los Floyd que tanto me gusta) Intrigante y seductora pieza.
El sonido de las acústicas ancestrales del orgullo de su Laurel Canyon querido y habitado, se plasma en la hippilonga Her Hair Is Growing Long donde el otro dios Stephen Stills y todos sus aromas a cohibas gran reserva soplan en el aire y te acuerdas de que durante unos años concretos, aquellas colinas y valles fueron el paraíso terrenal.
Love to Love con sus acordes troteros y acento sureño más Tom Petty circa Damn The Torpedoes es uno de los singles imaginarios del año ( sus 4:10 de duración le hacen la perlita pop, la cortita) Extasiante y tonificante.
Belleza medio tiempo, hammonds golosos y frases musicales de Lennon practicamente calcadas , como si se tratara de un music-hall beatleliano si hubieran continuado juntos en 1972, tienen todas su presencia en Future Vision pero siempre con el aire cósmico de la noche estrellada americana, perfecto para encencerte el joint de turno como mandan los cánones de los cañones.
Una preciosidad porque se te aparecen estrellas fugaces en forma de solos por todos los canales, la diferencia es que no cansan nada, está todo demasiado controlado y vuelven las notas de piano clásicas y la cuerda para entretener emocionando. Buff, es muy muy bonita Future Vision.
Moses Pain con su deje dylaniano se apunta a la balada primeros Eagles o Jackson Browne quien también participa, incluso podemos pensar que Ry Cooder husmea por el estudio: ese aire fronterizo, clasicorro del todo, es como si al Billy del Pat Garret le sumas una banda de la grandeza de Little Feat. Una road song de oro, crece y crece, inmensa.: keep on riding, keep on riding…. (Running On Empty revisited, Warren Zevon que estás en los Cielos).
Parte de los chicos, es decir Crosby y Nash, hacen el papel de ángeles en la embriagadora Cecil Taylor donde ya no distingues si realmente estamos en uno de los discos cinco jotas de las voces de oro del Canyon del Renacimiento.
Sólo se me ocurren dos palabras para describir esta delicatessen cuando entran los dioses: escalofrío y deja vú. Otra vez, una forma de componer justo del que falta de ellos, Stephen. Esos armónicos de la Martin, esa cadencia de fusión con la naturaleza y el atardecer. Otro joint, please. Me gusta ya demasiado Fanfare a estas alturas del viaje y creo que me estoy colocando.
Illumination continua esta droga natural que es todo el Fanfare pero en vez de con hierba , ahora de nuevo en ácido, al final las voces se multiplican en las pistas a lo Meddle o esa POM que es el primer disco en solitario de David Crosby pero con los acordes prestrados del Danger Bird de Tio Neil.
Y pienso por un momento en que Jonathan es el Lenny Kravitz del momento,  lo que nunca le dará la calificación de 10 , tan sólo porque usan ropa de segunda mano pero la verdad es que con mucha clase.
The son of the Hippie Dream
Con Desert Trip tenemos la balada perfecta, sencilla, etérea, soft, como las del grupo America que ahora me ha dado también por recuperar y a estas alturas de las escuchas y de un somero análisis, esto huele a clásico. Los ah ah uh uh erizan el pelo de los brazos como sólo lo sabe hacer Neal Casal y esas decenas de brokenhearted trobadours que tanto nos entusiasman. Canela fina, delicada, de cristal, una de mis contradicciones, un 10 para Desert Trip.
Los aires jazzys de Fazon traen vientos casi de King Crimson mezclados con los bajos saltarines y funk de Steely Dan, son de lo más cool y funcionan. Este tío es una enciclopedia de patas largas y sabe aplicar las recetas caseras para hacerlas un poco suyas, sonando un puntito renovadas.Perfecto.
Esos cambios de estilo dentro de uno bien claro, el songwriterismo nacido del California Dreaming, es otro de sus logros y lo que diferencía a Fanfare de Gentle Spirit, mucho más monótono.
New Mexico es más peyote, frontera, con sus flautas (se han puesto de moda y me gustan, a los Tedeschi Trucks Band me remito, otro discazo retorno al pasado con gusto ) pero podría estar incluida en el Deja Vú o en un disco de Traffic (otra clara influencia positiva), guitarras preciosas e interludios delicados, suites de ojos azules, laberintos intrincados.
Un piano soberbio abre Lovestrong o la balada de piano que no podía faltar y esa devoción que tiene por ese primer disco de Neil Young tan infravalorado y por otro que a mi también me pirra , sin ser un floydmaniaco, que es el primer álbum en solitario de David Gilmour. En esa longitud de onda que acaba en una mini jam  con percusiones latinas que bien pudiera ser una versión blanca y de «hacemos lo que podemos» de Donny Hathaway mezclado con Pink Floyd. Hay que tenerlos como el caballo de Espartero para atreverse a sonas a Manassas y sale muy bien parado del experimento, os lo prometo, paciencia y escuchas.
All the way down es la coda de piano y cuerda necesaria para terminar un trabajo largo y ancho como el Amazonas, una lánguida letanía llena de sentimientos de recapitulación, muy arreglada y adecuada y que vuelve un poco a su Gentle Spirit.
Ha tenido que ser duro y laborioso el proceso de Fanfare pero ha merecido la pena Jonathan, ahora creo que si compraré también tu anterior trabajo.
Como Josh Rouse con su mejor publicación, el «1972», hace ya unos años, Jonathan Wilson podría haber titulado éste «1973». Creo que con esa comparación , un poco de las mías, se describe rápido una de los discos más importantes de este 2013 para nuestra parroquia algo tradicionalista. Cuarenta años después de cuando todo sucedió, la magia se repite pero nos gusta la renovación y las canciones buenas y Fanfare posee ambas cosas y sobre todo un sonido alucinante, el bello sonido del Cañón del Laurel.

Imprescindible Fanfare, escribe ya la carta a los Reyes Magos con él incluído.

Jonathan Wilson – «Fanfare» (2013)
8´5/10 
1.-Fanfare / 2.-Dear Friend / 3.-Her Hair Is Growing Long / 4.- Love to Love/ 5.- Future Visión/ 6.- Moses Pain / 7.-Cecil Taylor / 8.-Illumination/ 9.- Desert Trip/ 10.-Fazon/11.-New Mexico/12.-Lovestrong/ 13.-All The Way Down


5 comentarios

  1. Me has convencido, Joserra. Confieso que me daba pereza acercarme a este trabajo, pero después de semejante descripción ¿quién se resistiría? En cuanto a lo de mala cosecha del año, es lo que pienso, pero coincido en que pese a todo sí es un año de grandes canciones. Pienso ahora en el disco de Roy Harper, "The Enemy" y "Cloud Cukooland" son dos joyas que entran a la primera, incluso "The Exile" tras una escucha atenta te das cuenta del temazo que es… pero el conjunto me cuesta, aunque probablemente no le he dedicado el cariño y atención que merecía (en realidad de Roy me enganché a "Stormrock", con el que me hice tras leer tu entrada sobre Man&Myth)… Curiosamente mi disco favorito de este año no podría ser más tradicional y falto de novedades: "Southeastern" de Jason Isbell, que si bien no aporta nada nuevo, lo que sí aporta son canciones honestas y sinceras que me llegan al corazón, y sobre todo buenas, muy buenas canciones, de esas que hemos escuchado miles de veces pero de las que nunca nos cansamos. Para mí, una joya.
    Un abrazo

  2. Vaya postazo el suyo Don Joserra. El disco lo merece, sin duda. A mi al principio me llegó vía Tsinapah (como no?, es el gurú de la bloguería) pero la épica inicial me tiró para atrás. Poco a poco ha ido entrando en mi cabeza, poco a poco lo he ido saboreando y voy descubriendo sus pequeños recobecos geniales. No es un disco fácil ni para todos los paladares. No es mi estilo pero me está engatusando lentamente. No estará en mi top ten, no lo creo, andará justito eso sí, al menos ahora. Dentro de unos meses cuando lo tenga resabido me arrepentiré de ello, seguro. Es uno de esos discos de largo recorrido que un buen día te embrujan y ya no te dejan escapar.

  3. Es cierto le doy el oro 2013! Por el peyote!!!Jejejeje! ¿Sera porque soy un hippie como el? Tantos alagos van hacer que me suba el ego…El disco es un cruce de Jackson Browne entripado…Pero de esos acidos que revolotean….No los que alucinas y de pueden dar mal rollo. Este trabajo podria ser el disco que soñaria hacer Chris Robinson en solitario!
    A+
    Tsi/Forrest

  4. Tenías razón, la primera canción puede que tira un pelín para atrás en primera instancia, pero superada esa ínfima y pequeña barrera, estamos ante un gran disco, lo mejor de todo es que este músico nos va a dar muchas alegrías, ya sea con diso o con productor, tiene mucho gusto. Saludos Joserra.

  5. Pues a mí ni el bueno de Joserra me ha convencido. Este disco no me gustó casi nada. Fue una pequeña decepción. ¡Qué se la va a hacer! Para gustos colores 🙁

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